El 4-M ya ha pasado. Las elecciones en Madrid han dejado unos resultados demoledores, se miren por donde se miren. Demoledores con respecto a la derecha, "la peor derecha", que ha ganado en la capital española, tal como lo ha definido Pilar Rahola de manera fulminante. "Ha ganado la peor España, el peor Madrid".
Ayuso ha arrasado con todo, Vox sigue sumando adeptos a la causa más rancia y reaccionaria, aprovechando el porrazo de los socialistas y de Pablo Iglesias, que tira la toalla y dimite. La derecha y la ultraderecha con más tufo de naftalina abre botellas de cava y ya empiezan a tener sueños húmedos de hincarle un mordisco a Sánchez espoleados por los resultados en Madrid. El PP y Vox han tenido suficiente con ellos dos. Ni les ha hecho falta un partido que en los comicios del 2019 obtuvo 26 escaños. Ciudadanos, aquel partido que no hace mucho olía a leche, como el perrito Lucas, ahora apesta a cadáver.
Sopapo descomunal del partido naranja, el segundo en pocos meses. Después de desaparecer del mapa en Catalunya, ahora desaparecen de la Asamblea de Madrid. El barco de Arrimadas se hunde en la más absoluta de las miserias. Finito. Caput. Adieu. A tomar viento. Es el precio que paga una formación que hizo de la crispación y la mentira su modus vivendi. En TV3, justo antes de saberse los primeros escrutinios, el Està passant se hacía eco de lo que indicaban las encuestas, que después se ha visto que iban en línea con los resultados definitivos.
Toni Soler y Jair Domínguez analizaban los escaños que se vaticinaban por los diferentes partidos y se guardaban para el final la guinda del pastel, este 0 demoledor que aparecía bajo las siglas de Cs. Si Jordi Sànchez lo ha definido con un brillante "Justicia poética", dos palabras, el presentador de Badalona, a menudo en boca de los diputados de Ciudadanos, como si fuera una reencarnación de Belcebú, se lo ha cobrado con creces, y sólo ha tenido que utilizar una palabra más que Sànchez. ¿Cómo? Con una explícita carcajada de oreja a oreja y con tres sencillas palabras: "No queremos molestar". Una estrategia, la del partido de Arrimadas, que ha desatado a Soler y Domínguez, sin poder aguantar la risa, y este último añadiendo con sorna: "Ni suman ni restan".
Sublimes. No hay que añadir nada más.