Las resacas de Eurovisión siempre son agitadas y, generalmente, poco agradecidas. En España saben mucho de eso, triunfar en Eurovisión es una quimera. Una tercera posición, como la de Chanel 2022, es lo más parecido al dulce sabor de la victoria. Imaginen, por lo tanto, como ha caído una 17.ª, anoche mismo en el Liverpool Arena. Una realidad cruda, dura, amarga, molesta. Es la que transmite la irrelevancia, como la puntuación del televoto de los eurofans. 5 puntos, solo 5, arañó la nana flamenca de Blanca Paloma. Desastroso. No tanto como el cero patatero de Remedios Amaya, pero se ha quedado a pocos centímetros. A 5. Ahí.
La artista de Elche es una buena cantante. También parece una buena chica. No nos cansaremos de repetirlo. Pero con eso no basta para escapar al escrutinio general de un acontecimiento tan venerado como Eurovisión, y todavía menos te hace inmune crítiques, ataques e incluso mofas y escarnio. En Europa y en el resto del mundo, por ejemplo, la propuesta española provocó sopor, extrañeza y alguna carcajada compasiva. Y no contentos con evidenciarlo con los votos también lo dejaron por escrito en medios y redes sociales, provocando conflictos internacionales surrealistas.
La cantante española admite que su propuesta no se entendía en Eurovisión, pero reclama más presencia flamenca
Blanca Paloma aceptó la derrota con serenidad. Se lo había pasado muy bien, había vivido la experiencia a tope, también los baños de realidad cortesía de Loreen, la ganadora sueca. Cuando habló con el batacazo todavía caliente hacía un análisis que casa perfectamente con la postura oficial de TVE, los responsables últimos del fracaso europeo. "Estamos haciendo algo muy particular, ojalá sigamos haciéndolo. Yo lo voy a seguir haciendo, esto no me va a detener. Creo que hay que seguir exportando nuestra música. Quizás se un concurso que tiene otros factores que se nos escapan, aquí hay muchas cosas que no tienen que ver conmigo o con la canción". También dijo sobre el debate flamenco sí, flamenco no, que "no sé si se trata de que no se entienda el flamenco. Creo que en este festival se ponen en valor otras cosas. El lugar al que te llevamos con 'EaEa' es más íntimo y quizás este festival no esté preparado". Sí, la cosa va de eso: de una propuesta fuera de lugar. De una elección equivocada. Nada más.
Toni Soler, sobre Blanca Paloma y el flamenco, "una tregua, please,"
Ahora bien, la parte de "hay que seguir exportando el flamenco" sí que genera más controversia. No todo el mundo está de acuerdo, o cuando menos en según qué términos. Una cosa es el flamenco, con mayúsculas, y otra el flamenquito, que es el fast food del género. Una subespecie muy habitual en el panorama musical español y que impregna todo de un costumbrismo vacío que acaba por hartar. Quizás es eso lo que ha llevado a Toni Soler, presentador estrella de TV3 y blanco de los ataques de esta España flamenquitera y virgenrociera, a responder a Blanca Paloma. ¿Qué le ha dicho? "Llevo TODA MI VIDA tragando flamenco con un embudo. Una tregua please". Una reflexión que levantará ampollas... especialmente en el despacho del presidente de Andalucía, Juanma Moreno, capitán de los ofendidos. Ya está tardando en emitir un comunicado oficial desde el Palacio de San Telmo de Sevilla, como en las grandes ocasiones.
Eurovisión es Eurovisión, más baile y desenfreno y menos simulacros de Tanxugueiras en cristiano. A Soler no le falta razón.