Una de las cuentas que vale mucho la pena seguir atentamente en redes es el del periodista y crítico de cine Toni Vall.

Colaborador habitual de diferentes programas de tele, a menudo en TV3, Vall suele comentar diferentes consideraciones en su Twitter sobre las películas que ve, las que le han tocado la fibra o de las que hay que huir por patas.

Toni Vall a la exposición sobre Bocaccio que se puede ver en el Palau Robert/ACN

Toni Vall, en la exposición sobre el Bocaccio que se hizo en el Palau Robert / ACN

El periodista también es un habitual asiduo de diferentes exposiciones, obras teatrales o conciertos que se dan en diferentes espacios de la ciudad. Apasionado por la cultura y por la historia, también por los locales y por el aspecto de su ciudad, Barcelona, pero no la de ahora, sino la de hace unos años.

Amante de los pequeños locales, de los establecimientos de todo tipo que llenaban las calles de la ciudad hace décadas, repudia el aspecto monocromo que tiene la ciudad ahora, donde vayas donde vayas sólo hay grandes almacenes, tiendas de ropa idénticas aquí, en Nueva York, en Milán o en Munich, y donde se ha perdido la personalidad que le daban a la ciudad los viejos cines y las tiendas de toda la vida.

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Toni Vall / @fetamidatv

En su cuenta de Twitter recuerda puntualmente cuándo se cierra un establecimiento de los de siempre, lamentando que en su lugar pongan un parking o una sucursal de la cadena de ropa de turno.

Pero no sólo eso, también pone el grito en el cielo cuándo alguna cosa que ve y vive le indigna. Como ahora acaba de pasar. ¿Dónde? En el Auditori de Barcelona. El pasado domingo, 23 de enero, en la Sala 2 Oriol Martorell, actuaba el gran Roger Mas. El músico daba un concierto sobre su último trabajo, Totes les flors. El mismo día, Toni Vall publicaba un tuit visiblemente irritado. ¿Por lo que oyó? Ni mucho menos. Por lo que le pasó antes del concierto.

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La indignación del periodista no tiene nada que ver con la magia y el talento de Mas, sino con un deseo: que acabe el atraco a mano armada que se perpetra allí y en muchos otros espacios que ofrecen cultura.

¿Por qué? Porque es una indecencia que si antes de disfrutar del espectáculo quieres tomar alguna cosa, antes de disfrutar con la música quieres hacer un pequeño trago, lo que tomes probablemente te costará tanto o más que el concierto que vas a ver. Miren esta imagen:

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@tonivall

¿Qué ven? ¿Un güisqui Macallan de 1926? ¿Un café importado directamente de las plantaciones de Colombia? ¿Un Henry IV Dudognon Heritage Cognac Grande Champagne? ¿Una botella de vino de Borgoña de hace medio siglo?... Nada de eso.

Es lo que pidieron Toni Vall y su acompañante en el bar del Auditorio: un Cacaolat y una cerveza. Para ser más exactos, "una caña pequeña de cerveza mala". Precio total que pagó: una indecencia: "En el bar del Auditorio, un cacaolat y una caña pequeña de cerveza mala vale 6,40€. Un auténtico atraco. ¿Por qué este abuso?", se pregunta.

Es indignante. El concierto de Mas costaba 20 euros la entrada. El cacaolat y la caña, un tercio de la entrada. Un auténtico robo.

Totes les flors (todas las flores), canta Roger Mas... Esperamos que algún día acaben todos los atracos con respecto a tomar alguna cosa en teatros, auditorios, cines o espacios culturales en Barcelona.

...Y suponemos que Toni Vall no va hace tiempo por el Camp Nou... que pruebe a pedir allí un bocadillo y una bebida, que probablemente tendrá que pedir un crédito al banco.