Al torero Juan José Padilla le han comparado con muchos referentes bien alejados de lo que él hace. Le han llamado Robocop, Mr. Potato, el "perro" de Juego de tronos o, sobre todo, Millán-Astray. ¿Por qué? Por su semejanza, especialmente con este último, después de haber recibido 39 cornadas en su carrera, haber perdido un ojo en el 2011 o haber quedado con la piel del cráneo colgando después de una cogida en la Plaza de Toros de Arévalo, en Ávila.
Padilla se retira después de dejarse la piel, y nunca mejor dicho, en los ruedos. Pero en una entrevista en El Español, lo que más lamenta no son las cornadas, sino "los mensajes de quienes se alegran cada vez que un toro hunde los pitones en mi carne. Una falta de humanidad". Que no le presenten nunca al antitaurino actor y cómico Ricky Gervais, que ayer dijo que "si escoges luchar contra un toro, espero que te mate". Sorprendentemente, otra de las cosas que más lamenta en el final de su carrera es no poder decir adiós a Catalunya, no poder despedirse como Dios manda de la arena de Barcelona: "Tengo muchos amigos catalanes que son profundamente aficionados y que me siguen por toda España. Me da muchísima pena no haber pisado un ruedo en Cataluña en mi despedida".
Padilla considera que el toro se ha utilizado como arma política en Catalunya: "A mí me tocó quitar la foto galardonada con el World Press Photo, y no creo que fuese por mí, era porque había un torero. Y eso es una falta de respeto, un ataque a la libertad de expresión". Eso sí, cree que "estamos más cerca de volver a ver toros en Catalunya que de dejar de verlos en España. Soy optimista. Me gustaría que el Gobierno central pusiera cordura en esto y que apoye al colectivo taurino". Padilla quiere que en Catalunya se vuelvan a cortar orejas. Y en el resto de España se tapan las orejas para oír las reclamaciones catalanas. Toreros y políticos no son tan diferentes.