Desde que Vicent Sanchis dirige TV3 los programas diarios sólo hacen vacaciones en agosto. Se ha acabado aquella parrilla de verano de TV3 llena de refritos y reemisión de Plats bruts. Este julio Tot es mou seguirá llenando las tardes pero sin los presentadores titulares. Helena Garcia Melero y Lluís Marquina ya no salen en antena y sus sustitutas son Montse Tió y Míriam Riau.
La primera opción estaba cantada, la subdirectora del programa, Montse Tió, ha hecho todos los papeles de en TV3, desde reportera intrépida del En directe o de els matins de Cuní a subdirectora de Preguntes freqüents con Ricard Ustrell. Una relación que no acabó bien. Tió estaba llamada a dirigir el nuevo programa de mediodías que ha acabado en manos de Ustrell. TV3 le pone a Ustrell a Xavi Rusiñol como hombre de la casa, mucho más próximo a la estrella de Sabadell. También lo acompañará Maiol Roger que deja FAQS para incorporarse al nuevo programa diario de entretenimiento que no tiene nombre.
Míriam Riau hará la parte frívola del programa, tan frívola que Quim Monzó la señaló en la columna de La Vanguardia donde Marquina y Riau hicieron hacer el ridículo a Pau Riba. TV3 solo le hizo la prueba a ella cuando el programa está lleno de posibles candidatos que aparecen haciendo secciones: Jordi Gil, Laia Ferrrer o Sheila Allen. La directora Irma Pina ha escogido a Riau, proveniente de Catalunya Radio y con menos tablas televisivas que otros candidatos. Es la persona más joven de toda la plantilla de la CCMA, unos 32 años. En peluquería han desaconsejado su tinte rubio platino.
Hoy en el @ClubMitjanit pasarán cosas muy fuertes!! (Incluso la papelera ha quedado boquiabierta!). A las 23h en @esport3... #aimareta pic.twitter.com/SK015VCaY7
— Míriam Riau (@remolinodecolor) 7 de septiembre de 2017
Ahora el programa tendrá dos mujeres de la casa a los mandos hasta el 26 de julio. Han superado el cara a cara con Sálvame con buena audiencia sganando la mayoría de días gracias en parte a la cobertura del juicio al procés. Otra cosa es que hay que afinar la segunda parte para evitar críticas cruentas, y correctas, como las de Monzó