A cada hora que pasa parece que Ernest Maragall tiene más difícil hacer valer su victoria en Barcelona. Ada Colau ha cambiado de discurso y lo que el domingo era un despido entre lágrimas, el lunes era "no me gusta el discurso de Maragall". Le hacen falta 21 concejales para ser alcaldesa y ya los tiene: sus 10 más los 8 de Collboni más los 3 de Manuel Valls que no dependen de Ciutadans (los concejales que votarían Colau serían el exprimer ministro francés, Celestino Corbacho y Eva Parera, ex de PSC y Unió). Algunos independentistas señalan el origen de este acuerdo Colau-Valls: Jordi Évole.
Antonio Baños leyó la noticia de En Blau Évole justifica eliminar indepes y no cuela: "follonero se te ve el plumero". Y acusa al poderoso unionista y catalán Grupo Planeta (propietario de La Sexta) de inspirar la entente Valls-Colau. El otro poderoso espacio de comunicación unionista y catalán, el Grupo Godó, también apoya con la mayoría de sus opinadores. Dicho y hecho. El Ibex, el poder y el dinero han inspirado a Valls y a Évole, que casualmente también escribe en La Vanguardia y es colaborador de RAC1.
Évole hizo el único cara a cara de alcaldables, masivos y televisivos. Y escogió. No quiso ni al que lideraba las encuestas, de ERC, ni al que quedó líder de la oposición en Barcelona, de JuntsxCat. ¿La razón? Eran indepes. Évole hizo un triple salto mortal argumentando por qué invitaba a debatir a otros alcaldables, Valls y Colau: porque Inés Arrimadas ganó las autonómicas de 2017 y Xavier Domènech las generales de 2016. Évole haciendo malabarismos:
Évole empuja contra un alcalde independentista omitiendo que Valls también insultó a Ada Colau cada 3 minutos. Estigmatiza a un independentista como si fuera sólo la última parte de la palabra: un dentista. El tripartito ya ha hecho el trabajo: Valls-Colau-Ibex. Maragall lo tiene mal.