Días de gloria para Mariano Rajoy. Él que estaba tan tranquilo fuera del foco mediático, y en cuestión de un par de días se ha convertido en la Pantoja, que decía eso de "los focos a mi persona". Primero, por inconsciente, insolidario y egoísta, después de que La Sexta descubriera que se salta el confinamiento cada día para practicar deporte bajo la airada mirada de sus vecinos. Ahora, sin embargo, el exPresidente ha vuelto a salir por la tele, y el resultado ha sido el mismo: humillación sin paliativos. ¿El motivo? Sus célebres discursos llenos de oraciones inconexas, genuinas y que son su rasgo distintivo más característico. Unas frases que han servido de ejemplo de lo que no tienen que hacer nunca los chiquillos (ni los adultos, a ser posible) si quieren dotar a su expresión oral de coherencia.
La historia es esta: el programa infantil de TVE "Aprendemos en casa", con el que la cadena pública quiere instruir a los niños y niñas en tiempo de confinamiento por coronavirus, ha tenido la brillante idea de utilizar a Rajoy y sus "discursos disparatados" como elemento didáctico. La pieza es delirante y muy divertida, eso es innegable: "el Presidente de España cometía garrafales deslices que se hicieron virales. Algunos se atrevieron a intentar analizarlas sintàcticamente, aún siendo tarea imposible. Este es un mensaje incoherente". El primer ejemplo: aquello de "cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mi el suyo beneficio político". No es la única muestra, porque en eso el gallego es un maestro: la del alcalde y los vecinos, la de que somos sentimientos y tenemos seres humanos, o el "muy españoles y mucho españoles". Intentan disculparlo, diciendo que "no siempre es incoherente, a veces solo es producto de un lapsus linguae, se pierde en el discurso". Pero vaya, que se entiende todo. Y claro está, la tropa pepera ha salido en tromba, enfurecida, como Teodoro García Egea, que se hace el ofendido. Ahora bien, la explicación de TVE es de traca: "error involuntario".
Los errores de TVE con el PP van camino de convertirse en género propio, como la lengua de Rajoy. ¿Verdad, Maroto?