'Masterchef Celebrity' ya lleva 9 capítulos de la presente temporada. Cada uno de ellos tiene una duración de 3 horas y 30 minutos. La operación es sencilla: llevamos 31 horas y media de concurso culinario. Eso en teoría, claro, porque tendríamos que descontar todo el tiempo que Verónica Forqué sale en pantalla. Y aparece demasiado a menudo. Entonces el escenario cambia: en vez de fogones, eso es un frenopático. Y más que delantales, lo que haría falta son unas buenas camisas de fuerza, una sordina y mucha, mucha tila. El Santo Job hubiera perdido el nombre si se hubiera encontrado con la actriz madrileña. Más bien lo conoceríamos como el Rambo Job. Esta mujer es capaz de trastornar al más taimado de los seres vivos. De hecho empezamos a pensar que los objetos inanimados también sufren de lo lindo con ella.
Dirán que estamos exagerando. O quizás que no nos tendríamos que quejar porque ya la conocíamos. No es que se haya vuelto una persona insufrible al entrar en el talent culinario, no. Ya nos había regalado escenas de su intolerancia, despotismo y mala leche. Era así cuando la compraron en la productora, y los espectadores sabían que les depararía el futuro. Pero la cuestión es tan aberrante que hay que liberar la presión inhumana a la que nos está sometiendo cada lunes, justo antes de ir a dormir. Y anoche Forqué superó sus propios límites. ¿Qué no es posible? Ya se ve que no vieron el episodio, ya...
El concurso de Jordi Cruz y compañía tiene unas dinámicas muy marcadas, como la tradicional prueba de exteriores en algún lugar del Estado. Parece una excursión, pero no, eso es la guerra. O cuando menos, Verónica construye una trinchera cada vez que la sacan del estudio y se dedica en cuerpo y alma a la batalla. La de nervios, sobre todo. Pone a todo el mundo al límite con contestaciones leñeras, comportamientos erráticos, trabajo en equipo inexistente y, además, mintiendo e insultando al personal. Después de tocar aquello que no suena a Juanma Castaño, Belén López o Miki Nadal, los concursantes la cogieron y la echaron de la zona de guisado. De hecho la pusieron en una barca en un canal. Sí, una bromita, pero si en vez de aguas tranquilas hubiese tenido olas de 8 metros y tiburones más de uno hubiera aplaudido con las orejas.
En esta categoría incluiremos a la reina de las sufridoras, la presidenta del club de agraviados por Verónica Forqué: Carmina Barrios, la madre de Paco León. Esta mujer es un personaje singular, pero también una fiera cuando no aguanta más estupideces. Cosa que, por descontado, es la especialidad de nuestra protagonista. Acabó hasta las narices de tal manera que exclamó la frase con la que se siente identificada el 75% de la audiencia (por cierto, números brutales: 19.6% y 2.1 millones de espectadores): "¡Qué haces, hija de la gran puta!", le espetó al ver que tiraba a la basura todo aquello que iba preparando. Literalmente. Barrios fue a leerle la cartilla a dos centímetros de la cara, pero la pararon. Y la mujer, atacada de los nervios, acabó llorando de impotencia. Lo que decíamos: nos representa.
Mientras todo eso pasaba, ¿qué hacía el jurado de 'Masterchef'? Reírle las gracias y premiarla como ganadora de una de las pruebas. Pensándolo bien, así nos ahorrábamos verla "cocinando" en la parte final del programa. La mala noticia, que la próxima semana la tendremos que volver a soportar. Y ya serán 10 capítulos, 10. Clemencia, por favor.