Ferreras ha perdido su trono de campeón de la comunicación. Ahora, la medalla del "más periodismo" la tiene otro compañero de Atresmedia: Vicente Vallés. La tiene por razones obvias: su sesgo gusta mucho en can facha. Es la Rosalia informativa del españolismo: lo que dice va a misa. Es tan deseado y venerado que incluso el rey Felipe, que es muy de derechas, le ha entregado el premio de "mejor periodista del año": 24.000 euros al bolsillo y un blanqueo mediático de primera. Todo lo hace bien. Menos en la pasada edición de las noticias.
Vallés vivió un minuto fatídico en antena: atropellado, confundiendo cifras sobreimpresionadas en caracteres gigantescos y trastabillándose hasta el infinito y más allá, mientras explicaba la evolución de la pandemia. Empezaba mal: "1200 casos nuevos", cuando se leía claramente que eran 10.222. Puede pasar, de acuerdo. Pero se le veía nervioso, y la volvió a pifiar: "no hay que bajar la guarra". Él ya la tenía bajada, porque no remontaba. Volvía repetir que eran "1.200 casos. Mil-dos-cien-tos-ca-sos", e incluso se atrevía a corregir el dato que enseñaban en la pantalla. Pero 'dónde dije digo, digo... Vicente': de sopetón eran, exactamente, 10.222. Los espectadores, sobre todo los más fieles, a cuadros. A partir de allí, no había forma de arreglarlo, por lo tanto: ¿qué importaba continuar el disparate balbuceando? Nada de nada. Actuación para enmarcar. La red alucinaba: "¿qué sa' fumao?"
Vamos allá, Vicente. pic.twitter.com/bK9WpLxOAT
— Juan Miguel Garrido (@Juanmi_News) November 25, 2020
Un mal día lo tiene cualquiera. Pero tener un mal día no significa sólo trastabillarse. También intoxicar a los espectadores.