Víctor Amela será un gran entrevistador, un gran crítico televisivo, un gran hombre de letras. O no. Opiniones hay para todos los gustos. De lo que no tenemos ninguna duda es que es un gran 'hater' del independentismo, a quien dedica a menudo su ingenio más afilado. Lo tiene entre ceja y ceja, es evidente, e intenta ridiculizarlo haciéndose el gracioso. Pero claro está, hacer humor atacando a los demás tiene sus riesgos, y parece que Amela no ha medido bien su poder para la ironía y el chiste. Sobre todo porque para criticar a los rivales primero tienes que conocerlos muy bien: cómo son, cómo piensan, cómo hablan, cómo escriben (y mira que él es Premi Ramon Llull de las Letras Catalanas 2016). Cómo gritan, cómo piden libertad, dignidad, justicia. Todo eso "le pilla lejos", como a Errejón, y claro, al final, pasa lo que tiene que pasar.
¿Qué pasa? Qué aparte de retratarte como un bufón, quedas como un ignorante. Ignorante del catalán, en este caso, una lengua que bien podría conocer un poco mejor. No ha sido el caso, sin embargo,en su último intento de cachondearse a costa de los independentistas y de sus lemas y eslóganes, que califica como 'Máxima cursilería superlativa': de cuatro gracietas que ha querido hacer, tres presentan faltas de ortografía. Ha estado a punto de hacer un pleno, pero la cuarta era demasiado fácil: la podría haber escrito correctamente hasta el guardia civil que entrevistó Susanna Griso.
No tenemos 'presa', Víctor, tenemos PRESA. Tampoco hemos hecho una jugada 'maestra', sino MESTRA, maestro. Y por último, no estamos 'toçudament' alzados, más bien lo hacemos TOSSUDAMENT. Como tus tozudos intentos por hacerte el más 'guay' de la red. 3 de 4, no está nada mal para un literato como tú. ¿Será que sólo te gustan los libros escritos 'en cristiano'?