Dos noticias relacionadas con la circulación en Barcelona han hecho estallar a los ciudadanos y colmar el vaso de su paciencia. Por una parte, a nivel medios de transporte, la caducidad de las tarjetas T-casual compradas en el 2022, que ya nos las podemos confitar y que no sirven ni para poner una cuña a una mesa. Tal como lamentaba con todo el sarcasmo del mundo el experto en motor y querido presentador y periodista catalán, Josep Lluís Merlos, muchos años en TV3, "una gran manera (una más) de promover el uso del Transporte Público... Un despropósito más en Barcelona":
La otra medida polémica tiene que ver con los que no van en transporte público sino con vehículos privados. Porque desde este lunes echan humo 17 radares nuevos que ha distribuido el Ayuntamiento de Barcelona por toda la ciudad. Bueno, echan humo los radares y los bolsillos de los contribuyentes. Porque desde este lunes 16 de enero, los que superen los 30 km/h en determinados puntos de la ciudad o los 50 km/h en algunas avenidas, serán sancionados. Doce de estos nuevos radares están situados en entornos escolares y cinco más en otros puntos de Barcelona considerados de riesgo a causa de la circulación a velocidad inadecuada, de manera que el objetivo de estos aparatos de control es, según pregona el consistorio, el de reducir la siniestralidad en la ciudad garantizando el cumplimiento de los límites de velocidad.
¿Dónde están situados? Cerca de escuelas, en diferentes tramos de la ciudad, en las calles Numància, Aragó, Mallorca, Travessera de Gràcia, Indústria, Sant Antoni Maria Claret, Balmes, Entença, Sardenya, Muntaner, Gran Via de les Corts Catalanes, Avinguda Diagonal i el Paseo de la Bonanova. Desde el lunes, pues, que ya han empezado las sanciones, y tal como dice un usuario en la red, "El radar que hay entre Entença y Provença pone una media de 20 multas cada 5 minutos"... De traca. Indignación generalizada. Y entre estos, un mito del Barça, una leyenda azulgrana, uno de los jugadores más carismáticos de su historia, crack del balonmano, un jugador que lo ha ganado todo con el club de su vida, que hace unos días vio cómo colgaban merecidamente su camiseta en el Palau Blaugrana: el gran capitán Víctor Tomàs.
En esta imagen, el bueno de Víctor, al lado de su mujer, mira hacia arriba, con lágrimas en los ojos. En teoría, estaba mirando hacia el techo del Palau, emocionado viendo el homenaje que le rendían y cómo se alzaba su camiseta con el número '8' a la espalda. Pero seguro que cuando va en moto y mira para arriba, hacia los radares nuevos, también se le deben humedecer los ojos. Pero no de emoción, sino de pena. Y de rabia. Porque Víctor Tomàs ha hablado claro y catalán. Sopapo con la mano abierta al ayuntamiento de Ada Colau por una medida que él, como muchos, considera lamentable. De hecho, más que eso. Se le ha entendido todo: "Para mí, una medida puramente recaudatoria y peligrosa especialmente para motoristas. Una más de este Ayuntamiento de Barcelona y seguimos para bingo". La red, igual de indignada:
Tomàs, mito. Marcando goles o repartiendo bofetadas con su prodigiosa mano izquierda.