No hay nada como tener un padre forradísimo para convertir tu vida en una fantasía. De eso saben, y mucho, dos chicas de 19 años: Victoria y Cristina, las gemelas Iglesias Rijnsburger, hijas del famoso cantante y su segunda mujer, Miranda. Tan asquerosamente ricas que, incluso, se pueden pasar por el arco de triunfo las 4 estaciones del año y vivir en un verano permanente. Las dos jóvenes abandonaron Florida el pasado mes de julio para instalarse en la espectacular finca 'Cuatro Lunas' en Marbella. Una especie de resort de siete estrellas con 7 habitaciones, 8 baños, 3 piscinas y 2 helipuertos, donde practicar la equitación, hacer fotos despampanantes, caminar con los perros o, directamente, tocarse la barriga a dos manos. Así se han pasado meses, pero parece que con la llegada de diciembre se han aburrido y han vuelto a Indian Creek, el fastuoso lugar donde residen habitualmente. Allí también siempre es verano.

Victoria y Cristina Iglesias en Marbella / @victoriaiglesiasr

¿Y cómo sabemos que la pareja se ha largado de España y se encuentran en tierras americanas? Por una impactante fotografía que han colgado en sus redes sociales, donde el protagonismo no es ni de una, ni de la otra: la cámara nos enseña a Leila, una de sus preciosas perras, que las acompaña por todo el mundo y disfruta de las mismas comodidades y lujos que sus propietarias. No exageramos: Leila vuela tranquilamente por el océano Atlántico sentada en una butaca de piel del jet privado que traslada al séquito de las Iglesias. Eso no es ni business, ni first class, ni nada parecido. Eso es lujo absoluto, siguiendo los pasos del padre Julio, que tomaba tortilla de patatas, pollo frito de fast-food y botellas de vino de 2.000€ en su avión particular. Un disparate al alcance de bolsillos hasta arriba, vaya.

Victoria y Cristina Iglesias muy mareadas en Marbella / @victoriaiglesiasr

La próxima vez (siempre que la pandemia nos lo permita) que viajen apretados en 'low cost' con las piernas entumecidas, piensen en Leila y sus saltos por el mundo buscando el verano interminable. Seguro que se ríen.