Universo influencer, penúltimo capítulo. Tenemos a una estrella de las redes sociales con 2 3M de seguidores, de pasado televisivo como criatura de Telecinco, protagonizando un episodio ridículo en su cuenta en Instagram. La mujer, de 29 años, madre de una criatura y embarazada de una segunda (cosa que en realidad no le gusta demasiado, porque la maternidad "es una putada"), está un poco quemadilla por lo que le ha pasado con una famosa marca de cosméticos. Más que una marca famosa tendríamos que decir una famosa con una marca: hablamos de Hailey Bieber, la mujer del cantante Justin, propietaria de Rhode. La firma ha aterrizado en Europa celebrando una jarana en París para VIPS del mundillo. Por ejemplo, estaba María Pombo, la influencer más españolista con permiso de Victoria Federica. Pero no nuestra protagonista: la valenciana Violeta Mangriñán.
Violeta, autora de grandes momentos de la televisión más vulgar en 'Mujeres y Hombres y Viceversa', pero especialmente en 'Supervivientes', dejó la tele (o la tele la dejó a ella) y se montó un negocio muy jugoso en redes. Le va bien, muy bien, es una mina de oro. Entre ella y su chico, el argentino Fabio Collorichio, facturan una buena pasta mensual. Son star system. O quizás no tanto. Atención a lo que ha compartido con sus seguidores, con los ojos como platos después de leer su relato. Sonrojante es poco.
Mangriñán explica que, desgraciadamente, no podía asistir a la cita. Que le hacía mucha ilusión, porque es cliente de la marca, fan y firme aspirante a recibir sus novedades por la cara. "Yo no voy a estar, me vais a dar muchísima envidia las que vayáis, disfrutadlo por mí". El 99,9% de los lectores deducirían que a la autora del post le pasa algo de que le impide desplazarse a la capital francesa. Vete a saber: un compromiso laboral, un problema médico, un imprevisto con la contingencia familiar... Cosas normales, ¿verdad? Pues no. La respuesta es mucho más sencilla. Y da vergüencita. ¿Qué ha pulverizado las esperanzas de Violeta? Preparen los pañuelos, aquí tenemos el drama.
"No me han invitado". Así de claro. No estaba porque el Hailey no tiene ni idea de quién es. Tampoco sus asesores ni subordinados. A ver, que no le negaremos ser sincera, pero hay verdades que mejor callárselas. En todo caso Mangriñán no pierde la esperanza, cosa que queda claro con su súplica, multiplicando el ridículo hasta el infinito y más allá: "Ojalá algún día. Y si no, pues seguiré envidiando desde casa. Como buena fan me conformo con que la marca haya llegado a España y pueda comprarme algún gloss". Sí, de momento toca pagar. Cosa inaudita en este sector, pero también pasa. No es una leyenda urbana. Pobre Violeta. Ahora nos dae lastima y todo. Esperamos que esta forma de mendigar llegue a los oídos adecuados. Mi reino por un gloss.