Willy Hernangómez es el nuevo emblema del Barça Basket. Un pívot con experiencia NBA, internacional, madrileño y madridista. Surgió de las categorías inferiores del club blanco, llegando a jugar brevemente con el primer equipo, antes de hacer las maletas y empezar una aventura bastante movida en los EE.UU. Después de una enésima decepción en los New Orleans Pelicans, decidió que ya tenía suficiente. Que estaba abierto a volver a Europa y continuar allí su carrera. Y en su camino se cruzó el Barça, que lo tentó con una oferta que ha acabado siendo irresistible. Un merengue de pura cepa defendiendo el escudo azulgrana. Ya se pueden imaginar el escozor que sufren sus antiguos colegas, que ahora lo tildan de traidor. Que se pongan pomada.
La llegada de Willy tiene un componente emocional, sentimental, amoroso. Barcelona es la ciudad de su pareja, la jugadora de pádel y estrella del circuito internacional Nicole Traviesa. No es nada atrevido atribuir a Nicole una parte importante de la decisión más espinosa para un deportista profesional, la de engrosar las filas del eterno rival. Oficializaron su relación durante las pasadas fiestas de Navidad, con Hernangómez todavía en Louisiana. Y desde aquel momento todo fluye a las mil maravillas. La pasión que desprenden es evidente, constante y sin ningún tipo de filtros. Y el empujón de una nueva etapa en Catalunya ha multiplicado su felicidad, incluso ampliando la familia con un cachorro precioso, Zion.
Nicole está haciendo de 'sherpa' privilegiada del jugador en la capital de Catalunya, descubriendo con ella los rincones más especiales. Todo lo que le ha enseñado, de momento, ya ha sido bastante para que Willy pueda escoger su escenario ideal. Hablamos de un restaurante de la zona alta con una terraza de vistas privilegiadas, dominando el skyline barcelonés: el Mirablau. Un local donde se mezcla la gastronomía, el ocio, las copas y la música en un entorno privilegiado. La pareja ha compartido un par de fotos desde esta ubicación, y que hemos identificado primero por la perspectiva panorámica... y después por un pequeño contenedor de servilletas de papel de una mesa adyacente. Siempre hay que mirar la letra pequeña. "Mi lugar favorito", afirma el madrileño, consciente de que estas vistas no las encuentra en su ciudad natal. Vaya, vaya, en Madrid no hay...
Willy, haciéndose barcelonés de corazón a pasos gigantescos. Tan grandes como sus zapatos inmensos... o el amor que siente por Nicole. Da gusto verlos.