"Yo mismo me di por acabado. Por muerto. Literal. Pero no era mi hora y he vuelto". Demoledora confesión la que ha hecho el periodista Xavier Bonastre en su blog. Es uno de los rostros más queridos de Televisión de Catalunya. Parapetado en su gran bigote durante los años 80/90 y ahora sin él, el periodista ha ido informando de numerosos acontecimientos deportivos durante una larguísima y contrastada carrera en TV3.
Amante de la información deportiva y de la práctica del deporte, Bonastre ha compaginado su tarea delante de las cámaras con su pasión, participando, por ejemplo, en diferentes carreras. Y el pasado 5 de septiembre, su vida empezó a cambiar. Tenía un fuerte dolor abdominal y en el hombro. Enseguida pensó en una experiencia pasada del mes de abril, cuando tuvo una oclusión intestinal y ya se temía que se hubiera repetido. Por eso fue a urgencias. Lo que le dijeron era peor de lo que se esperaba: volvía a tener problemas en los intestinos, pero ahora, con una perforación.
La madrugada del 5 al 6 de septiembre le operaron, pero el posoperatorio tampoco trajo buenas noticias. No mejoraba. De hecho, empeoraba. Una situación al límite donde fue clave la intervención de su hermano Manuel, médico: "fue decisivo para salvarme la vida. Hice un choque séptico y no hubo más opción que volver a intervenir --volver a abrirme, vaya-- para solucionar la situación". 3 días, dos operaciones. La cosa fue tan al límite que incluso le dijeron a su mujer Mònica que "se preparara porque podría irme al otro barrio". Así de claro. Así de crudo. Estuvo ingresado en la UCI donde estuvo intubado y dormido 7 días. Finalmente, el 14 de septiembre, despertó.
Estaba a salvo, pero todavía, no sano. Los medicamentos, la adrenalina o la morfina en su cuerpo hicieron que su organismo no chutara. Tenía alucinaciones, veía la realidad distorsionada y se hinchó espectacularmente: "¡¡Yo, que peso en torno a los 72-73 kilos, pasé a pesar 90!! Las piernas eran como patas de elefante; los dedos de los pies, auténticas morcillas; no podía ni levantar los brazos", se confiesa Bonastre. Poco a poco, los diuréticos hicieron que se restableciera, eso sí, orinando de manera constante, especialmente por las noches. También ayudó a que él fuera un deportista habitual. A pesar de todo, "tuve que reaprender a caminar". Finalmente, cuando ya se valió por él mismo en un 70%, le enviaron a casa.
Desde entonces, ya hace un mes y medio, su hermano y su mujer han sido los dos pilares básicos para su recuperación. Llegó a bajar de peso hasta los 65 kilos, "demasiado poco", y tiene que ganar masa muscular. Un Bonastre que ha querido agradecer públicamente al personal sanitario de la Mutua de Terrassa lo que hicieron por él: "Sin ellos, obviamente, ya estaría acompañando a mi sobrino Martí, a mi ángel en el cielo".
Agradecimiento emotivo que hace extensivo "a mi familia y a tantos y tantos amigos y compañeros de trabajo que han estado en todo momento pendientes de mi evolución. Muchas gracias a todos. Como dice "El Foraster", ¡¡sois muy buena gente!!!". Como él. Ganas de volver a verle recuperado después de un susto mayúsculo como este.