El gobierno municipal de Badalona vive días delicados. Un problema grave de salud de su alcalde, el socialista Álex Pastor, ha provocado una situación particular. Se le ha tenido que sustituir, y la fórmula escogida ha incendiado al siempre excitado Xavier García Albiol, que no ha superado que le echaran de la alcaldía de la ciudad. Tampoco se puede decir que el del PP se haya relajado demasiado lejos de la poltrona, ni que haya reflexionado. Ni siquiera sus entrevistas con Rufián le hacen aflojar. Todo lo contrario. La última de Albiol ha sido sacar a pasear su mala leche y machismo sin complejos, insultando a la teniente de alcalde d'En Comú Podem Aïda Llauradó, a la que ha calificado sin despeinarse como "florero", por no asumir la alcaldía y dejarla en manos del cuarto teniente de alcalde, el también socialista Rubén Guijarro. Las expresiones de Albiol son indignantes, ahora y siempre.
El exregidor ha pasado de limpiar Badalona a insultar a mujeres como un verdadero cavernícola, utilizando problemas de salud de rivales políticos. Se pueden tener objeciones a las decisiones tomadas por la corporación municipal, pero los ataques personales de 'machirulo' le vuelven a retratar como un dirigente político exaltado y potencialmente peligroso para la concordia de sus vecinos. Su consigna es pétrea: crispación e insultos. Así le está yendo a los Populares en Catalunya, aunque parece que es lo único que saben o pueden hacer. En todo caso, las reacciones no se han hecho esperar. El asco es la nota predominante entre ellas.
Mucho mejor ser un florero que un machista disfrazado de político. Quizás está preparando su salto a otro partido, uno con 3 tres letras como siglas y tres neuronas cuando hablan de igualdad. Allí se siente entre iguales. Albiol, suma y sigue.