Los sollozos de Manuel Valls por el epitafio satírico del 'Polònia' han animado y mucho a la comunidad tuitera. Un gag que también ha llegado a Francia, donde se tronchan con la parodia. El futuro exconcejal en el Ayuntamiento de Barcelona está muy molesto, y ha atacado a TV3 por retratarlo con crudeza y socarronería en un videoclip para enmarcar. Los argumentos, los habituales del españolismo más ortodoxo: "TV3, mala, TV3 ca-ca", sería un buen resumen. Su reacción airada está recibiendo pescozones sonoros, dolorosos y con remitentes de categoría. Si antes hemos destacado el de Toni Soler, responsable del programa y una de las estrellas de Sant Joan Despí, también tenemos que recuperar la de Xavier Sala-i-Martin. El economista ha sido siempre un dolor de cabeza para el francés, porque le lee la cartilla con contundencia. Aquí algunos ejemplos de su "relación".
Sala-i-Martin no escatima ni un adjetivo para retratar a Manuel: el repaso es colosal. Empieza fuerte, "hombrecillo patético, irrelevante y mentiroso". No es que lo desmonte, es que lo desguaza para siempre: "este programa de TV3 se ríe de TODO EL MUNDO y no sólo de los no independentistas. Estáis tan acostumbrados a controlar las máquinas de propaganda que cuando hay un medio que os critica, os ponéis muy nerviosos". Xavier sabe muy bien de lo que habla: él también ha sido personaje de los gags de 'Polònia', y nunca se ha echado a llorar por los rincones ni ha acusado a la tele pública de ser una herramienta demoníaca para hundirlo. Valls debe tener la piel muy fina, y 'monta un pollo' al viejo estilo de sus exsocios de Ciudadanos. Y acaba, claro, como el universo naranjito: haciendo el ridículo.
Valls ha intentado convertir la comedia en una tragedia personal y un drama político. El único que llora aquí, sin embargo, es él. El resto, si es que lo hacen, vierten lágrimas, sí, pero por las carcajadas.