Este lunes por la noche, en TV3 se emitió el tradicional Piromusical de estas fechas. Un espectáculo de luz y color, y música, que hizo las delicias de los que había reunidos en las fuentes de Montjuïc y de la gente que lo estaba viendo desde sus casas. Pero para piromusical de las emociones, el buen humor, la ternura y el tocar la fibra, lo que vieron después los espectadores: el segundo programa de esta nueva temporada de El Foraster, que llevó al bueno de Quim Masferrer hasta Xerta, en la comarca del Baix Ebre, con 1.150 habitantes "que viven en una tierra fértil como pocas". Fértil gracias al río Ebro y fértil gracias a la bondad de sus vecinos, que emocionaron como nunca a la audiencia en un programa de los más emotivos que se recuerdan.
Por ejemplo, solo llegar todos nos enamoramos de un hombre, Ricardo, que reconoció que "yo salí en barca por el balcón, de una riada del 29 de octubre de 1937." Un vecino que reconoció también que era su cumpleaños y que "estoy a solas, no tengo intención de celebrarlo, ni pastel ni soplar velas". Evidentemente, Quim no podía dejar que este buen hombre acabara de pasar su día sin su pastel de cumpleaños ni sin soplar velas, y hacia su casa fue con un detalle que emocionó a Ricardo y a los espectadores:
Lagrimita también con lo que nos explicó una vecina que enseña a bailar la jota a los más menudos del pueblo, y que desde que vino a vivir a Xerta no se pierde ni una de las fiestas de Sant Martí que se celebra cada 11 de noviembre. Incluso, Anna estuvo el año pasado, cuando estaba débil después de un tratamiento con quimioterapia para combatir un cáncer de mama. Pero ni la enfermedad pudo con ella, y allí estuvo. Quim, conmovido por su fuerza de voluntad y espíritu optimista, le dedicó un deseo que todos los que estábamos mirando el programa compartimos: "Anna, estoy convencidísimo que este Sant Martí bailarás y saltarás como nunca":
O Paco y Marc, dos campesinos que ruegan a Dios o a quien sea que llueva, que llueva mucho, que caiga agua para ayudarles. Al final, llovió. Cayeron lágrimas del cielo, pero de alegría. Y lágrimas de emoción son las que cayeron de los ojos de Paco, padre de Marc, cuando hablaba con Quim Masferrer de cómo su hijo "lo he aprendido todo en la vida gracias a él", emocionando al orgulloso padre, y de cómo él mismo lo aprendió todo de su padre, de 83 años. Consejos y lecciones de vida de generación en generación.
Y emoción final con Mariluz, que conserva en cajones más de veinte mil fotografías: la memoria histórica de todos los xertolinos y xertolinas. Una pasión que ahora también la llena de vida desde que fue diagnosticada de alzhéimer ahora hace 4 años. Con una foto final que no olvidará nunca. Ni ella, ni los espectadores conmovidos:
El Foraster, una semana más, maravilloso.