Cercana, generosa y con los pies en la tierra. Nació en Barcelona y cree que ya lo hizo “triste”. Y es que la humorista, actriz y presentadora, que reconoce que también es “maja y cachonda”, se considera “una persona muy triste y poco optimista, pero no por nada que me haya pasado. Simplemente es una forma de ser, algo que viene de fábrica y llevo dentro”. Sin embargo no es tristeza, precisamente, lo que transmite cuando se pone manos a la obra. Y es que a la catalana, a cómica, no la gana nadie.
Sus comienzos en el mundo del espectáculo no le incomodan, aunque prefiere no volver atrás en el tiempo porque sería un “coñazo”. Y es que ha pasado de actuar en El Molino, a llenar teatros con sus monólogos, a protagonizar la exitosa serie de TV3 ‘Benvinguts a la familia’ y la segunda temporada de ‘Paquita Salas’. Unos logros profesionales, al alcance de pocos, que la hacen sentirse “muy bien y muy feliz con el trabajo”. Logros que le han valido todo tipo de críticas, aunque la humorista confiesa que “solo me miro, leo y releo las críticas buenas porque las malas me sientan fatal y te crean una inseguridad que repercute en tu trabajo. Es como si vas por la calle y la gente te insulta”.
Pero Yolanda Ramos también se ha confesado de muchas otras cosas en su charla para En Blau. Y lo ha hecho de la mejor manera que sabe: a golpe de humor y carcajada. Y es que Ramos no solo considera que “el humor es muy terapéutico”, sino que “sin humor, el ser humano terminaría enfermo”.
Yolanda, ¿es mejor caer en gracia o ser gracioso?
Caer en gracia. Sé de compañeros que hacen mucha gracia y son muy graciosos, pero tienen menos éxito profesional y son menos famosos que otros que no hacen ningún tipo de gracia pero, como caen bien, les ves trabajando.
¿Hay límites a la hora de hacer humor?
Creo que sí. Tengo bastante intuición con esto, entonces el límite lo marco yo misma porque pienso en lo que puede sentar bien y en lo que no. Considero que si a alguien le sienta muy mal lo que haces o dices, no hablamos de humor, sino que hablamos de otra cosa. El humor consiste en hacer reír de forma universal a todo el mundo.
Teatro o televisión, ¿qué prefieres?
Una cosa lleva a la otra. El teatro es precioso, pero creo que, a día de hoy, la televisión es indispensable para que te conozcan. La televisión, o el internet, es como el corcho que hay en las universidades donde se cuelgan todos los anuncios. Es una bolsa de trabajo para que te vean y sirve para que puedas llegar a dar el “pelotazo” definitivo. Aunque la tele también es peligrosa porque si un día haces algo mal, se te cargan. Pero bueno, así funciona.
¿Te gusta verte por la televisión?
No, para nada. Hay pocos profesionales que disfruten viéndose por la televisión. Hay algunos que sí, pero creo que son muy pocos. A mí me gusta trabajar en la televisión, pero no me gusta verme porque sufro mucho. Cuando estás trabajando, estás en un estado en el que todo te da igual y te entregas al cien por cien con lo que haces. Pero cuando estás tranquilamente en tu casa y te ves por la tele, te das cuenta de todos los fallos que haces porque sabes lo que viene después y no te haces ninguna gracia. Es como si un día estás ebrio y al día siguiente te mandan un vídeo con todas las cosas que hiciste. Te da vergüenza. Pues con el trabajo pasa lo mismo. Cuando salgo de trabajar soy otra.
Este verano veremos en Netflix la segunda temporada de ‘Paquita Salas’, ¿cómo ha sido el rodaje?
El rodaje ha sido como a mi me gusta que sean los rodajes, porque para hacer comedia tienes que rodearte de gente que está riendo todo el rato. Todo el equipo se ha partido de la risa, desde los técnicos de sonido, hasta los miembros de producción y los directores, los Javis, que ha sido un placer trabajar con ellos. Entonces ese ambiente, considero, es el que se necesita para llegar al estado que te comentaba antes de embriaguez. De esta forma consigues dejarte llevar mientras actúas. Además, lo bueno en ‘Paquita Salas’ es que ha habido mucho espacio tanto para improvisar, como para aportar nuevas ideas al guión original.
¿Hay algún parecido entre Yolanda Ramos y Noemí Arguelles?
No, nada [ríe]. Noemí Arguelles es una loca que va de diva por la vida. La verdad es que no tiene nada que ver conmigo. Generalmente, y al contrario de lo que parece, me cuesta mucho hacer de mi misma. De hecho, cuando me dicen “es un personaje que tiene una niña y se parece mucho a ti”, pues no me hace ninguna gracia, la verdad, porque creo que me siento más cómoda haciendo personajes que no tienen nada que ver con mi forma de ser.
¿Alguna vez te han dicho que te pareces a tus personajes?
Sí [ríe]. Cuando estaba haciendo la serie de TV3 ‘Benvinguts a la familia’ me afirmaban que me parecía mucho a Victòria, al personaje que interpretaba. Y eso sí que es malo y preocupante [ríe].
¿Qué balance haces de la serie ‘Benvinguts a la familia’?
Cuando me llamaron de TV3 no di crédito porque no soy una catalana al uso, pero la verdad es que me encantó. Al principio todo fue muy raro, pero después, cuando me puse manos a la obra, me encantó y ha sido una experiencia chulísima. Vivo en Madrid y echo mucho de menos mis raíces, entonces ha sido muy emotivo poder participar en la serie de ‘Benvinguts a la familia’ porque he podido volver, temporalmente, a Barcelona. Además todo el equipo me mimó muchísimo y me trató fenomenal. Es verdad que el rodaje fue duro, porque fueron muchos días y muchas horas, pero me he sentido muy querida.
¿Cómo llevas lo de ser catalana y vivir en Madrid?
La verdad es que cuesta cambiar y cuesta salir de tu zona de confort. Pero no como catalana, porque aún lo soy, sino como mujer de 43 años que un buen día tomó la decisión de mudarse. Pero lo mismo me hubiese pasado si hubiese nacido en Madrid y me tuviese que haber ido a Barcelona a vivir. Sea como fuere, en Madrid estoy muy contenta y me siento muy bien tratada como catalana. Además, si te dedicas al mundo artístico, eso de cambiar de residencia son esfuerzos que tienes que hacer y al final siempre terminan valiendo mucho la pena. Y si algún día necesito volver a mis raíces, siempre estoy a tiempo.
¿Te preparas de alguna forma especial para dar vida a tus personajes?
No. De hecho siempre estoy trabajando en mis personajes. Es decir, si estoy en un bar, escucho las conversaciones de los demás, observo como se comportan y después me hago una especie de biblioteca interna. De esta forma, cuando me piden que haga un papel u otro, rebusco entre mi y en todo lo que he presenciado, y me sale, en cierto modo, lo que me piden. De todas formas, si tuviera que ponerme en el papel de un enfermo psiquiátrico o algo así, sí que investigaría más a fondo. Pero, de momento, todo lo que me han pedido son papeles de “gente de la ciudad”.
A parte de series, también haces monólogos, ¿qué te aportan?
Me gustan mucho. Los monólogos me los invento yo y es un auténtico lujo poder hablar durante veinte minutos de lo que te da la real gana. Además, siempre que voy al teatro a hacer monólogos la sala está llena hasta arriba y la verdad es que es una auténtica pasada.
¿Tienes temas comodín para tus monólogos?
No doy tanto de sí [ríe]. Si me pongo a pensar qué quiero decir, termino por no prepararme nada. Entonces prefiero escribirme los monólogos cuando me viene la inspiración, porque así dejo que fluyan las ideas.
Yolanda, ¿hace falta más sentido del humor?
Sí, hace falta sentido del humor porque estamos preocupados y asustados. Mucha gente ha hablado acerca del nuevo cargo de Màxim Huerta, como Ministro de Cultura y Deporte, pero antes de que esto pasara, muy poca gente, o nadie, hablaba del cambio de Gobierno. La verdad es que, cuanto menos, me parece extraño.
A propósito, ¿qué te ha parecido el nuevo cargo de Màxim Huerta?
Me parece muy bien, pero me da igual que sea Màxim, como que sea otro. Lo importante es que la persona que esté en el poder lo haga bien. De todas formas, prefiero mil veces más a Màxim Huerta que a todos los que había antes. Además, a la gente le da mucha rabia que ahora se haya convertido en político, cuando antes había trabajado en Telecinco y demás. Sin embargo, a mi me da igual. Màxim sabe mucho de cultura y seguro que lo hace muy bien.
¿Te parecen justas las críticas que ha recibido recientemente?
Las críticas hacia Màxim Huerta me parecen muy injustas. Parece que no nos queramos acordar de los orígenes de Terenci Moix o Maruja Torres, que han sido auténticas bestias literarias. Ambos empezaron siendo maravillosos comentaristas del corazón. Es verdad que antes eran otras noticias, pero no dejaba de ser crónica rosa. Es más, creo que el problema que hay con todo esto es que nos gusta ir de intelectuales y no asumir que consumimos noticias del corazón.
¿Hay algún proyecto que se te resista?
Hay muchos, lo que pasa es que no me gusta decirlo porque parece que esté menospreciando todo lo que tengo. Pero siempre he querido hacer un programa de entrevistas, al estilo de Jordi Évole. Soy una tía a la que le gusta mucho hablar con la gente y saber de ellos. Entonces, poder tener un programa que me diera la oportunidad de entrevistar, desde un punto de vista muy desenfadado, me encantaría. El problema es que te quitaría el trabajo… [ríe].
Hablando de televisión, ¿qué prefieres: ‘Tu Cara Me Suena’ o ‘Me lo dices o me lo cantas’?
Con perdón, y sin ningún tipo de duda, ‘Tu Cara Me Suena’. Pienso que es mejor, que está más elaborado y que tiene mucha más calidad.
De todas las actuaciones que hiciste en ‘Tu Cara Me suena’ (TCMS), ¿de cuál te sientes más orgullosa?
De la que guardo muy buen recuerdo, pese a que no fue espectacular, es de la imitación que hice a Jean Jacques. La canción de ‘Mamá’ la cantaba yo cuando era pequeña y por eso pedí al equipo de producción del programa que me dejaran hacer esa actuación. Otra imitación de la que también guardo un bonito recuerdo es cuando me puse en la piel de Junco. Me hizo mucha gracia ponerme bigote y me lo pasé muy bien.
¿Te gustaría estar en el jurado de la nueva edición de ‘TCMS’?
Me encantaría porque no solamente estás cada día en el programa, sino que ganas muchísimo dinero [ríe].
¿Qué recuerdo guardas de ‘Hable con ellas’?
Varias veces han dicho que no estuve a gusto en el programa y eso es totalmente falso. No estaba a gusto cuando me hacían hablar de temas del corazón porque no lo sé hacer, aunque me gusta consumir este tipo de noticias. De ‘Hable con ellas’ guardo un muy buen recuerdo. Fue un programa que me brindó mucha popularidad y todo el equipo, tanto delante como detrás de las cámaras, me trató genial. ‘Hable con ellas’ me hizo más bien que mal.
¿Te ha devuelto José Luis Moreno las 25.000 pesetas?
No [ríe]. No me las ha devuelto y tampoco creo que me las devuelva nunca porque no viene al caso y tampoco voy a coincidir con él. Lo de la deuda fue algo simbólico porque debe dinero a mucha gente. Entonces, quise aprovechar lo que me había pasado, para denunciar lo que a muchas otras personas también les había pasado y no habían tenido ocasión de decir. Además, después de hacer oficial la deuda de José Luís Moreno, recibí el apoyo de muchos actores y gente de la industria del cine.