Están a 100 kilómetros de distancia, pero no se parecen en casi nada. Por así decirlo, están en el mismo país, pero en planetas diferentes. Bilbao tiene raíces industriales y San Sebastián, burguesas. Bilbao es emocional y San Sebastián es cartesiana. Bilbao tiene una fuerza contrastada y San Sebastián una belleza indiscutible. Bilbao cuenta con el Guggenheim y San Sebastián, con La Concha.
Aunque bien pensado, ambas comparten algunas cosas importantes y otras trascendentales. Entre las importantes, está el hecho de que ambas ciudades tienen un tamaño muy manejable que permite recorrerlas a pie, un variable clima cantábrico y un funicular para contemplarlas desde arriba. Entre las trascendentales, un carácter hospitalario y generoso y, por supuesto, una oferta gastronómica que, si no es la mejor del mundo, le anda cerca.
Veamos qué puedes hacer en estas dos estupendas ciudades durante cuatro días.
Primer día. Bilbao: Guggenheim, Bellas Artes y Azkuna Zentroa
Con un edificio que es en sí mismo una obra de arte, el Museo de Guggenheim abrió en 1997 y lo cambió todo. Su colección permanente y las exposiciones temporales constituyen una visita obligada.
A trescientos metros, está en Museo de Bellas Artes, centro artístico de primer orden y uno de los más importantes entre los museos españoles.
También muy cerca, está la Gran Vía, el corazón de Bilbao, que reúne comercios, bancos, centros financieros, hoteles y tiendas exclusivas.
Y a medio kilómetro, está Azkuna Zentroa, un centro cívico polivalente, reconstruido de forma genial por el diseñador Philippe Starck. Tiene una piscina elevada que se puede ver desde abajo y 43 columnas distintas que representan las culturas del hombre.
Segundo día. Bilbao: Casco Viejo, Mercado de la Ribera y Funicular de Artxanda
El Casco Viejo tiene 700 años y es una ciudad dentro de la ciudad. El núcleo original de la villa, las famosas “Siete Calles”, te ofrece un mundo en cada rincón. Y muchos bares de pintxos.
El Mercado de la Ribera es el mercado a cubierto más grande Europa. Visitarlo cualquier mañana es un gran placer. De ahí puedes ir paseando por el borde la ría hasta la estación inferior del funicular de Artxanda. Desde arriba, la vista es espectacular y podrás comprobar que Bilbao está rodeado de montañas.
Tercer día. San Sebastián: Paseo de las tres playas, barco a la isla y pintxos en la Parte Vieja
Ya estás en Donostia, que es, sobre todo, una ciudad abrazada al mar: puedes recorrer todo su paseo marítimo de tres playas y seis kilómetros sin desniveles, sin coches, sin cruzar un semáforo. Una delicia.
Después en el puerto, puedes coger un barco y visitar la isla de Santa Clara. En este idílico lugar, hay un bar en verano, la única playa de Euskadi que da al sur y la obra Hondanea, la magnífica obra que Cristina Iglesias ha realizado en el interior de la Casa del Faro.
Para acabar, nada mejor que una ruta de pintxos por el lugar del planeta donde más abundan: la Parte Vieja donostiarra.
Cuarto día. San Sebastián: Txillida Leku, monte Urgull, San Telmo y pintxos en Gros
En el caserío Zabalaga de Hernani, muy cerca de San Sebastián, está Txillida Leku, donde se exhiben las mejores obras del genial artista donostiarra Eduardo Chillida. Un lugar fantástico. En la propia ciudad, bajo su casa, está su obra más conocida y el símbolo de la ciudad: el Peine del Viento.
A dos pasos está el funicular de Igeldo, que te eleva hasta la vista más icónica de San Sebastián. Encima de la Parte Vieja, hay otra vista estupenda: en el Castillo de la Mota, en la cima del monte Urgull, un refugio apacible y repleto de encantadores senderos.
Justo debajo está el Museo de San Telmo, que ofrece una mirada novedosa sobre la sociedad vasca.