La colosal ciudad de Estambul, conocida en la antigüedad como Constantinopla, y antes por Bizancio, se extiende a ambos lados de las orillas del Bósforo, entre dos continentes y dos mundos. Por aquí pasaron los tracios y los griegos, fue la capital del Sacro Imperio Romano y acabó siendo conquistada por los musulmanes para convertirse en la capital del poderoso Imperio Otomano. Es decir, tiene mucha pero que mucha historia.

Cruce vital en la Ruta de la Seda y enriquecida gracias al comercio con China, Venecia y África, la ciudad disfrutó de un poderoso florecimiento durante la Edad Media. Y todo ello dejó un fastuoso legado que la convierte en una ciudad fascinante además de la más poblada del continente europeo. Estambul merece todo el tiempo que puedas dedicarle, pero un mínimo de dos días es suficiente para experimentar lo más fundamental de su idiosincrasia.

Día 1: Topkapi, mezquitas y Gran Bazar

Para comprender un poco mejor la historia turca, comienza con la era bizantina. El Palacio de Topkapi es un enorme complejo palaciego medieval en la punta de la antigua península. El complejo medieval consta de cuatro patios principales, Harem Imperial, Tesoro Imperial, Mezquita de los Agas y baños turcos. Desde 1985, es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Allí mismo está una de las dos maravillosas mezquitas que tiene esta ciudad: la Mezquita Azul. Es un templo construido a mediados del siglo XVII, tiene cinco cúpulas principales, ocho cúpulas secundarias y seis minaretes, y se llama así por los azulejos azules pintados a mano que adornan las paredes interiores.

Muy cerca está Hagia Sofía, el otro sensacional templo de Estambul. Cuando se construyó en 537, era una catedral ortodoxa y era el edificio más grande del mundo, famoso por su enorme cúpula. En 1453, cuando los musulmanes conquistaron Constantinopla, se convirtió en una mezquita otomana. En 1931, fue secularizada y reabierta como museo en 1935.

La Cisterna Basílica es una de las enormes cisternas antiguas que se encuentran debajo de la ciudad. Se construyó en el siglo VI con 336 columnas de mármol, muchas de ellas reutilizadas de los edificios más antiguos de todo el Imperio Romano.

Por último, un clásico: el Gran Bazar, considerado uno de los primeros centros comerciales del mundo y que cubre un área de 30.700 metros cuadrados, 61 calles cubiertas y más de 4.000 tiendas.

La Mezquita Azul / Unsplash

Día 2. Crucero, Dolmabahçe y Plaza Taksim

Empieza con un inolvidable crucero por el Bósforo, entre dos continentes. Hay muchas empresas que hacen un trayecto de dos horas. Y desde el mar podrás contemplar los lujosos palacios construidos por sultanes de los siglos XVII y XVIII.

El Palacio de Dolmabahçe el más famoso de los palacios del Bósforo y el más grande de Turquía: tiene 285 habitaciones, 46 salas y 68 baños. Combina la arquitectura otomana tradicional con los estilos barroco, rococó y neoclásico, lo que refleja la influencia del estilo europeo en las culturas orientales.

La Torre de Gálata, ubicada al otro lado del Cuerno de Oro de Eminönü, es uno de los puntos de referencia del horizonte de la ciudad. Construida en el siglo XIV, hoy en día cuenta con un bar y un fantástico restaurante en el último piso.

La Plaza Taksim se encuentra en Beyoglu y es el corazón de la Estambul moderna con tiendas, restaurantes y bares que vibran con el ritmo de la Estambul joven y cosmopolita. Istiklal Caddesi es la calle principal, pero hay muchas calles y callejones más pequeños que vale la pena explorar.