Santander, como capital de Cantabria, no necesita seguramente presentación entre la gran mayoría de la población. Quienes conocen la ciudad saben la enorme cantidad de atractivos que ofrece, pero no solo está Santander en Cantabria. De hecho, podrían enumerarse decenas de razones por las que visitar esta región del norte de la península.

Aun así, hoy nos vamos a centrar en tres aspectos que además de Santander hacen que Cantabria merezca la pena ser visitada. Los detallamos a continuación.

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Comillas

Comillas es una de esas poblaciones magníficas que todo el mundo debería conocer antes o después. En ella encontrarás algunos de los edificios más originales y bonitos de Cantabria. El responsable de que esto sea así fue el primer marqués de Comillas.

Hizo fortuna en Cuba y luego volvió a encargar a los más importantes arquitectos modernistas catalanes que embellecieran su ciudad natal a finales del siglo XIX. Otros aspectos destacados de la localidad incluyen mansiones extravagantes, un casco antiguo empedrado y una hermosa playa.

Hay pocos edificios del genial arquitecto Antoni Gaudí fuera de Catalunya y uno de ellos está en Comillas: El Capricho. Esta extravagante obra maestra rayada por todo el exterior con bandas de cerámica de girasoles es en realidad su primera obra. El lugar vale cada segundo que pases en él, mires donde mires siempre hay algo que llama tu atención.

Paseando por las calles de Comillas encontramos la Casa del Duque, una preciosa mansión que podría ser una gran localización para una película de terror, y que aunque no se puede visitar por dentro, merece la pena contemplar desde el exterior.

El Marqués de Comillas encargó al arquitecto catalán Joan Martorell el Palacio de Sobrellano, un palacio neogótico que es impresionante y que ofrece una visita guiada todos los días excepto los lunes.

Por último, pero no menos importante, está el encantador casco antiguo con empinadas calles empedradas, pintorescas plazas, grandes casonas y casas típicas con balcones de madera que representan la arquitectura más tradicional de Cantabria.

Santillana del Mar

Cuando llegas a Santillana del Mar hay un cartel que hace referencia a que está entre los pueblos más bonitos de España. Dicen que es la localidad de las tres mentiras porque ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. Aun así, lo cierto es que Santillana es una joya medieval muy bien conservada con sus calles empedradas y balcones llenos de flores.

La Colegiata de Santa Juliana es el monumento más importante del pueblo, una colegiata con un hermoso claustro dedicado a las reliquias de la santa que le da su nombre.

Si quieres comer allí, puede hacerlo de manera espectacular en El Parador de Gil Blas. Un hotel y restaurante de la cadena estatal de Paradores. El hotel ocupa un precioso caserón situado en una plaza de Santillana del Mar y es un monumento en sí mismo, por lo que merece una visita aunque no comas allí o no estés alojado en él.

Edificios de Santillana del Mar / Pixabay
Edificios de Santillana del Mar / Pixabay

Qué comer en Cantabria

Probar los platos tradicionales de Cantabria no te dejará indiferente. Cuentan con unos productos de huerta que llaman la atención y el mar hace el resto al complementar la oferta como en los mejores lugares.

Las rabas (calamares fritos) son muy populares en Cantabria y están en todos los menús o picoteos de bares y restaurantes. Puede parecer un plato más pero en Cantabria llevan tanto tiempo sirviendo rabas que conocen perfectamente el punto de fritura que precisan.

A pesar de que esta región está bañada por el mar, tienen una carne increíble. El ganado vacuno cántabro es muy afamado y lo es por algo, desde luego.

El cocido es un plato muy popular en gran parte del país, pero cada región tiene su propia receta. Las variedades que se sirven en Cantabria es el cocido montañés y tiene como ingredientes base la alubia blanca y la berza. Además se sirve acompañado de chorizo, morcilla, tocino y costilla.

Los postres que debes probar si visitas Cantabria son muy variados pero entre los más señeros están la quesada pasiega, el postre especial de la abuela (flan con helado, merengue y un toque de licor), los frisuelos de Liébana, los sobaos o las corbatas de Unquera.