Hace tiempo que se viene repitiendo un hecho vergonzoso, desagradable y denunciable en las diferentes televisiones. El patrón es el mismo y siempre se repite: conexión con una reportera + un hombre que se quiere hacer el gracioso + extralimitación del hombre con la reportera dándole un beso, evidentemente, sin que ella se lo haya pedido ni tenga ningún tipo de relación afectiva con el individuo en cuestión. Desgraciadamente, ha vuelto a pasar. Y no es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez. Ya le pasó a la reportera de Mediaset María Gómez, cuando, cubriendo el último Mundial de Fútbol de Rusia durante este verano, publicó un vídeo en su cuenta de Twitter enseñando cómo un hombre se le acerca para darle un beso mientras ella habla a la cámara.
El hecho no es aislado. Y por mucho que algunos lo quieran justificar con el estado etílico que tienen muchos aficionados al fútbol de algunos países, no es patrimonio de los supporters bebidos sin un dedo de frente. Cretinos te los puedes encontrar también en la playa de La Pineda, en Tarragona, mientras una periodista informa de la última hora meteorológica de la zona. Eso es lo que le pasó a Elisabeth López, que estaba haciendo una conexión en directo para La Sexta cuando un hombre sin camiseta y gafas de sol le besó la cabeza de manera gratuita, desagradable y lamentable.
Ahora le ha tocado el turno a otra reportera, en este caso, de Ràdio i Televisió de Andorra, Tatiana Navarro. La periodista estaba haciendo tiempo hasta que conectaran con ella para el informativo de aquel país. De repente, un empresario mexicano que vive en Andorra, Gerardo Alton-Ortega, se acerca a ella y le da un beso en la mejilla para, acto seguido, quedarse mirando a la cámara con cara de gracioso que acaba de hacer la broma más brillante del mundo. Ella, evidentemente, se indigna y le echa en cara su penosa actitud: "¿Qué haces? ¿Te parece normal? ¡Estoy trabajando!". Palabras que no frenan al hombre, que intenta acercársele nuevamente, pero una mujer le dice que se aparte.
La periodista lamenta que los hombres "se creen con el derecho de sobarnos o tenernos siempre a su disposición para sus caprichos" y expone su certeza de que eso no le habría pasado a un compañero suyo:
Navarro acaba su hilo de denuncia reclamando que "Basta de agresiones a las mujeres y respeto a las personas que día a día nos dedicamos al mundo del periodismo. Si nos tocan a una, nos tocan a todas".