El escándalo Plácido Domingo no cesa. Hace tres semanas, nueve mujeres del mundo de la ópera lo denunciaron públicamente por acoso sexual. Pocos días después, la periodista de Tortosa Karmele Marchante relató su propia experiencia con el cantante: "Se acercó más de la cuenta, me invitó a su hotel...". Y ahora, once mujeres más también se declaran víctimas de él. En un primer momento, el artista se excusó aduciendo que "las normas por las cuales medimos las cosas son muy diferentes a las del pasado". Ni una palabra más. Pero ahora le ha salido un aliado bastante bocazas, el dramaturgo Albert Boadella.
El exdirector de Els Joglars la ha liado con una defensa de Plácido Domingo que cruza todas las líneas rojas. Por una parte, señalando a las presuntas víctimas por no haber evitado el acoso o por no haberlo denunciado antes. "No le propinó un guantazo como cualquier mujer sensata que no desea ligar", escribe en su cuenta de Twitter. Y por último, defendiendo los tocamientos como un baboso: "Las manos de un macho no están para estar quietas precisamente".
Angela Turner cuenta que hace 20 años Placido Domingo entró en su camerino e hizo resbalar sus manos desde los hombros hasta los pechos. O sea, que no le propinó un guantazo como cualquier mujer sensata que no desea ligar. Acoso denuncia. Y ahora ella se suma al acoso del tenor.
— Albert Boadella (@BoadellaAlbert) September 5, 2019
Las manos de un macho no están para estar quietas precisamente. De lo contrario los humanos no existiríamos como especie.
— Albert Boadella (@BoadellaAlbert) September 6, 2019
Denunciar qué? Que te has dejado tocar los pechos? Que no has dicho nada en el momento por intereses materiales? La dignidad de la persona está para mantenerla precisamente en estos momentos complicados
— Albert Boadella (@BoadellaAlbert) September 6, 2019
Veo que no ha calado que la dignidad está por encima de cualquier interés profesional. Lo contrario es un acto de prostitución ya sea hembra o macho.
— Albert Boadella (@BoadellaAlbert) September 6, 2019
Si había alguien que todavía no lo tenía claro, aquí está la prueba definitiva: a Albert Boadella se le ha ido la olla del todo.