El españolismo y el monolingüismo están viviendo días de vino y rosas. La barra libre contra el catalán es absoluta y tiene la bendición de los tribunales de justicia. La cosa es tan descarada que incluso en la propia Catalunya el odio se extiende como una mancha de aceite. Qué narices, aceite. Chapapote viscoso, maloliente y asqueroso. Ya ni disimulan, leña al mono. Lo más curioso del caso es que todo aquellos que se llenan la boca con improperios contra los catalanohablantes lo hacen detrás de un supuesto escudo de tolerancia y libertad, pero que no es más que odio visceral y mala leche. Nos llaman supremacistas cuándo en realidad la película es justo la contraria: imponen el castellano por coj... Vergonzoso.

Ejemplos de conductas insultantes y ofensivas encontramos a espuertas. Cada día. En todas partes. Ahora bien, esta turba tiene una capacidad de innovación bien curiosa. Incluso diríamos que alucinante. Si en vez de pasarse el día buscando la manera de atacar a la lengua del país utilizaran su tiempo y energía en alguna cosa provechosa, España sería una potencia mundial en todo aquello que se propusiera. Pero es más fácil destruir que construir, y el españolazo lo sabe. Así viven amargados, cabreados y obsesionados.

Manifestante españolista / M.L.

¿Dónde hemos encontrado la última muestra de este odio? En el mercado inmobiliario. Increíble, pero cierto. Una catalanohablante que quería alquilar un piso en Catalunya cometió el pecado venial de responder a un anuncio en catalán. Qué fuerte. Sí, vale, el arrendatario ofrecía la vivienda en castellano, pero de allí a la respuesta infecta del susodicho a la interesada hay una distancia sideral. La víctima de este episodio aporta la captura de la conversación: una serie de audios que quedaron sin respuesta y, finalmente, un mensaje muy educado emplazándolo a verse cuando le viniera bien. "Em dius algo i llavors mirem dia d'aquesta setmana per venir a veure'l". No hay que ser Pompeu Fabra para entender el texto, pero ya saben que según la piel fina de monolingüe vulgaris cada palabra en catalán es como una cuchillada en sus partes íntimas. "¿En serio"?, dice la afectada.

La conversación sobre el alquiler de un piso que hace alucinar / Twitter

Y es que la respuesta de este personaje es de traca. Penosa es quedarse muy corto. Atención a lo que escribe (y cómo lo hace, diríamos que no sería académico de la lengua):  "Perdona pero nada más por haberme contestado tres veces en Catalan (incluso mándandome audios) dando por sentado que entiendo catalán o sin tener en cuenta a la otra persona y sin ni siquiera preguntar, y además siendo que tanto mi anuncio como mi contestación ha sido en castellano. Lo siento pero suerte en tu búsqueda porque por esta parte ya no estamos interesados. Espero que te sirva mi feedback". Alucinante, mis dieses. Especialmente por aquello del "feedback". Son un chiste.

Sirve, y tanto que sirve. No sabes cuánto, de hecho.