Tiempo libre, redes sociales, ideología ultra y escasa inteligencia: un cóctel indeseable pero cada vez más consumido en la sociedad española. Sus efectos son devastadores, desde el punto de vista del sentido común. Incluso de la decencia. El penúltimo, desgraciadamente, producto de la maldita combinación corre por la red recibiendo 'galletas' y bofetades, además de burlas bien merecidas. Vamos al grano. O mejor dicho, vamos al bar. Al bar que existe en la imaginación de un perfil muy sospechoso de Twitter, el de un "burgalés en Barcelona desde los 90 y dueño de un bar en Sant Gervasi". Ah, sí, y "afiliado a vox". Se llama Eduardo Martinez Calvo, y está muy fastidiado por la sentencia del Procés: "Mi bar ha perdido más de la mitad de la clientela", y pide, con estilo pordiosero ("me avergüenza pero...") que nos compadezcamos de él para intentar "recuperar la normalidad". Un poco confuso, Edu, pero entendemos por dónde vas. Ahora bien, el siguiente paso de la historia es el que nos muestra el auténtico camino del relato, que se pierde por el mapa de Barcelona para acabar en la tierra de los inventos, la foto y ubicación que proporciona el autor: "Calle Madrazos (sic) haciendo esquina con la calle Calvet". Catapum. Tenemos al 99% de vecinos y vecinas del barrio de Galvany con los ojos como platos preguntándose: ¿Queeeeeè?
La clientela de Edu ya no va al bar. Normal. Porque es tan real como los partidos de fútbol de Oliver y Benji, o el Springfield dels Simpsons. Una tontería inventada i malintencionada que no sólo ha sorprendido a los residentes de la zona, también de otros ciudadanos. Y además, conocidos por el gran público. Una, Pilar Eyre, para quien la cosa despedía tufillo. Otro, Antonio Baños, que adjuntaba una captura del cruce con una sonoro "qué cachondo". Y una tercera, Pilar Rahola, indignada con un fake de manual. Son sólo algunas de las reacciones que ha generado la imaginación del presunto tuitero y barman (en Mahón, si acaso, porque la foto es de allí), de quién de hecho ya se pone en duda hasta su cara.
Una de las mejores partes del hilo viral es comprobar cómo los seguidores de la ultraderecha se solidarizan con Edu y su taberna voladora i verneniana. Un hazmerreír. O cómo agradece estas muestras de afecto patriótico y onírico. Dice que les espera "con los brazos abiertos aquí en Barcelona". Qué decepción para los visitantes. Y la guinda, que recuerda otros inventos recientes sobre niños catalanes que viajaban en tren por España: "También agradecer al matrimonio que vio el tweet y ha venido aquí a cenar, ojalá se manifiesten por aquí también". Ya saben, erre que erre, inadsequible al desaliento.