Según los cánones tradicionales, un buen belén tiene que tener: musgo, corcho, un río de papel de aluminio y las figuritas de los principales actores de la representación del nacimiento del niño Jesús. Este es el sanctasanctórum de aquellos que celebran las fiestas como cristianos de bien, y no como en Barcelona, nido de separatistas, 'rojos', 'jipis', etcétera. Perdón, última hora: desde Madrid, cuna del trifachito, nos informan del elemento que no puede faltar en un buen pesebre 'ejpañol': una rojigualda que de gustirrinín. "Es una tradición", ha dicho el alcalde Martínez-Almeida, feliz como unas castañuelas junto a su segunda, la ciudadaner Begoña Villacís. "Frente a un Gobierno en funciones del PSOE que pretende pactar con aquellos que dieron un golpe de Estado y con aquellos que son herederos de los que asesinaron a más de 900 personas, creo que nunca está de más, y menos en estos tiempos, reivindicar la bandera nacional". Los responsables de la capital de España han hecho feliz a Cayetana Álvarez de Toledo, tan preocupada en estas fechas, y sobre todo, al reprobado Ortega Smith, el 'rambito' ultra y machista que sostiene al gobierno municipal.
Y es que, ya saben. La bandera española es como unos tejanos o unas patatas fritas: va bien con todo. Y no, no es política, ni nacionalismo español, ni 'mandangas'. Es una tradición que honra a la patria, y punto. Lástima que España no existiera como tal en aquella época, la de Jesucristo. Se hubiera vuelto loco por nacer en El Escorial, La Pedriza o el barrio de Chamberí. Un chulapo más. Ahora bien, las redes no comparten el punto de vista del triunvirato facha: la mayoría de los internautas nunca han adornado el belén con la "banderita de marras". Será que no son buenos españoles.
Hale, todo el mundo al bazar de la esquina a comprar banderas españolas de 3 euros y a completar el mandamiento de Almeida y sus secuaces. Y espérate que no reinterpreten la escena con un torero, una folclórica o una momia. Los cagones a la hoguera, por cert. "Ande, ande, ande..."