El turismo es uno de los motores principales de la economía, tanto en el Estado español como en los Països Catalans. Sin visitantes, hay penurias, ruina y preocupación. De acuerdo. Pero que lleguen a punta pala, venidos de todo el mundo, tampoco es exactamente la panacea. Gentíos que, demasiado a menudo, aprovechan la escapada para desatar un desenfreno infinito, lleno de comportamientos incívicos, molestos e insostenibles. Un buen ejemplo es lo que explicaba hace unos días el reportero de información internacional y excorresponsal de guerra de TV3, Nicolás Valle, indignado con la fiesta de un grupo muy maleducado y cochino en su bloque. Tampoco lo pasan mucho mejor los ciudadanos de localidades costeras del territorio, o los vecinos de la Barceloneta en la capital. Esta es una realidad cruda que la conoce todo el mundo, incluso los empresarios de hostelería y alojamientos turísticos que se nutren de este ir y venir de personas.

Por molestar, la 'turistada' menos juiciosa incluso lo hace al aire libre, en entornos naturales de enorme valor paisajístico y ecológico. En Mallorca están viviendo una situación demencial en el paradisiaco Caló des Moro, cerca del municipio de Santanyí. El lugar, como refleja la fotografía que ilustra este artículo, es de aquellos que te roban el aliento por su belleza. Aguas turquesas y cristalinas, naturaleza mediterránea y una arena fina y cálida son sus atractivos innegables. Es normal querer visitarla y disfrutarla. Lo que no es tan normal es convertirla en una cola sin sentido de decenas de aspirantes a bañistas, que esperan su turno durante horas (algunos de ellos, muchísimas) para remojarse a gusto. Las esperas de los parque de atracciones son un cachondeo al lado de este fenómeno, explicado por IB3.

La escena es dantesca y describe una sociedad convertida en rebaño en bermudas, chancletas y cámara de fotos en un teléfono móvil. El gobierno balear ha acotado el acceso a la cala, pero eso no hace retroceder a la legión de visitantes, dispuestos a sufrir una lipotimia con el fin de alcanzar su meta. Lo más triste de todo es que este movimiento de masas está mucho más fundamentado en la histeria de las redes sociales que en la admiración y cuidado del medio ambiente. Cuántas colillas, latas, botellas y desperdicios diversos habrán caído al suelo por descuidos, cuánto mal se habrá hecho a árboles, plantas y otros elementos de la zona. Da igual: la foto es lo que cuenta. Y punto.

La reacción ante este disparate es unánime, y llega de mallorquines anónimos cabreados y desesperados, pero también de figuras de la cultura y la música de las Baleares como Cris Juanico (antiguo líder de los 'Ja t'ho diré') o del televisivo catalán, en Peyu. El de TV3 y el artista comparten vehemencia para describir y poner adjetivos a lo que están viendo por televisión. Uno dice que "el mundo está lleno de imbéciles. Ya se pueden ir a tomar por saco", mientras que el otro los bautiza como "gilipollas". Repasamos algunas de las opiniones de los tuiteros.

Bañistas Caló des Moro Mallorca IB3

Bañistas descontrolados en el Caló des Moro, Mallorca / IB3

Tuit En Peyu Caló des Moro

Peyu murete Teatre Coliseum @enpeyu

Peyu a punto de saltar de una azotea / @enpeyu

Tuit Cris Juanico Caló des Moro

cris juanico @crisjuanico

El cantante menorquín Cris Juanico / @crisjuanico

reaccionas caló desde muerte 2

reaccionas caló desde muerte 1

cuela bañistas en Caló desde Moro Mallorca IB3

Cola de bañistas al Caló desde Moro, Mallorca / IB3

Parece que el género humano, en términos generales, no tiene remedio. A ver si algún día vemos una cola para parar el cambio climático. Aquel día callaremos. Mientras tanto, sólo podemos denunciarlo. Y lamentarnos.