'Españoles por el mundo... o miedo Galicia', capítulo tres. Un género que está siendo muy prolífico durante este verano de 2021. Los castellanoparlantes monolingües, aquellos que colapsan leyendo u oyendo palabras en gallego (o catalán, o vasco, etcétera) no dejan de demostrarnos que siempre pueden caer un poquito más bajo, más allá de la expresión "ridículo sideral". Hay que reconocer que los gallegos tienen una gracia especial defendiendo su idioma y su cultura. La última muestra, una anécdota que un tuitero ha vivido en la terraza de un bar restaurante, y que es excepcional.
Todo empieza con un grupo de turistas con pulseritas y banderitas rojigualdas a punta pala (los "queridos mesetarios", ¿lo recuerdan?) que se sientan en el establecimiento en Santiago de Compostela. Piden la carta para ponerse 'finos filipinos', cosa bien propia de esta ciudad llena de locales y exquisitos manjares. El camarero, amablemente, les hace llegar la oferta. Y aquí empieza un drama para mearse de risa.
La carta es de platos combinados, y, como si de una conjura maligna se tratara, estaba escrita en la lengua que se utiliza cada día y cada hora en este local. Allí encuentras enigmas como "polo asado con patacas fritidas, ensalada e pan," "lombo adobado", "ovos duros con atún,"... Sí, lo sabemos. Hacen falta 10 años de escuela de idiomas y un doctorado en filología para averiguar el significado del menú. Pero la cosa se complica más cuando los comensales de la piel de toro encuentran la palabra "ensaladilla". Brutal.
Esta es la conversación, o el delirio: "Jefe, ¿la carta la tiene en español? --- No, pero le traduzco lo que no entienda (gesto torcido) --- La ensaladilla, ¿qué es? ¿Una ensalada pequeña? --- Ensaladilla. --- Pues un 4". Si le ponen música de violines y de repente aparece el Mago Tamariz todo tendría mucho más de sentido. Pero la cosa es real 'como la vida misma'. El tuitero explica: "Lo gracioso es que no recuerdo a nadie pidiendo "en español" la carta del sushi al que van a cenar. Ni que les traduzcan el osobuco o la lasagna". Y remata: "En serio: dejad de salir de casa enfadados y con el culo apretado. Es todo mucho más fácil". Bravo.
La historia tiene un final más o menos feliz: "En honor a la verdad, los turistas de la ensaladilla acaban de decirle al camarero que la comida está muy buena. Al final sospecho que se han dado cuenta de la pasada de frenada y se han arrepentido". Vaya, que han relajado el pompis. ¡Galicia caníbal!