Ya tardaba. Es el combo perfecto. A la alarma y psicosis por el coronavirus le faltaba el ingrediente favorito del españolismo: la catalanofobia. Dos epidemias que se han dado la mano después de lo que ha pasado en las redes sociales del Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú. El consistorio hacía una serie de recomendaciones sanitarias para todos los ciudadanos de la villa, y la caverna monolingüe se sentía excluida, ofendida y menospreciada por los demonios catalanes, que hablan en su idioma. Parecía un chiste, pero ha sido real: una mujer con una capacidad de comprensión lectora ínfima a pesar de vivir en la capital del Garraf (conocida ciudad castellana, ¿verdad?) respondía al post del ayuntamiento con un lacónico: "¿Y para la gente que no habla en catalán?" Pobre mujer. Lo que no esperaba es la respuesta del consistorio, absolutamente genial: "para los que no hablan catalán es exactamente igual". Bravo.
El toma y daca ha generado un incendio en la red, y ambos mensajes han sido eliminados. Lo que no se ha podido borrar es el rastro que ha dejado la polémica, con españolistas airados y catalanohablantes defendiendo la actitud de su ayuntamiento y su lengua. Leer los inverosímiles comentarios de tanto 'ofendidito' estremece. Eso sí que es un virus y no el del que todo el mundo habla.
No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y no hay hater lingüísticos más tozudo que el que no quieren hacer el más mínimo esfuerzo por entender la lengua de sus vecinos.