El cese de la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, ha provocado un entretenido espetáculo veraniego en la sede de la calle Gènova de Madrid. La Marquesa tardó muy poco en regalar un portazo marca de la casa a los dirigentes del partido, ofendida, dolida, decepcionada. Pero que nadie se equivoque: el drama ha sido fugaz, y cuando le bajó el suflé no perdió ni un minuto en montarse en un avión e ir a Mallorca a disfrutar de las vacaciones. La brisa marinera, las playas paradisiacas como la de Es Trenc y la compañía y consuelo de sus seres queridos han hecho cambiar el rictus de la siempre agresiva Álvarez de Toledo.
Cayetana se ha encontrado con Arcadi Espada y sus hijas en Mallorca, y se lame las heridas de su derrota. Le han visto junto con unos amigos cenando en un restaurante de la Colònia de Sant Jordi, como informa el diario 'Última Hora'. Este medio reproduce la única fotografía de la política de que circula estois días: la que le hicieron dos jóvenes admiradores, cachorros del 'cayetanismo'. Una imagen que ha generado críticas por llevar las mascarilla en la mano y no en la cara. Debe ser que los tres son inmunes al coronavirus, o incluso negacionistas rollo Miguel Bosé. No sería de extrañar. Las redes han reaccionado con un grito muy de la tierra: "arruix". Una interjección que se utiliza para alejar al ganado.
Dice la crónica del diario que le vieron tomando un heladito después de cenar y de hacerse la foto. Ya le irá bien, un poco de azúcar para combatir su mala leche legendaria.