El líder del PP, Pablo Casado, tiene sólo un objetivo entre ceja y ceja: ser el próximo presidente del Gobierno. Hasta aquí, todo es más o menos normal. Ahora bien, la espera hasta conseguir este hito se está haciendo muy larga, y su coste puede hundir sus aspiraciones de llegar a La Moncloa. Primero porque tiene una guerra civil en casa, con Isabel Díaz Ayuso dispuesta a desmenuzar el partido y a sus principales líderes con la ayuda inestimable de personajes como Cayetana Álvarez de Toledo. Ahora bien, quizás que a la presidenta madrileña le iría mucho mejor callada y sin hacer ruido, porque Casado tiene un don, una habilidad innata: es capaz de autodestruirse él solo. Sólo necesita dos cosas: un micrófono abierto y una cuenta de Twitter. El resto está chupado.
Si pensaban que la burrada que pronunció hace una semana sobre la energía solar, al darse cuenta de que el sol no sale de noche, era insuperable, el de Palencia acaba de demostrarnos que su repertorio no tiene fin. De hecho en esta ocasión no ha necesitado ni siquiera abrir aquella boquita desde la cual pronuncia discursos que palidecen a sus oyentes. No, porque Casado es un mago con las fotografías. Ya sea en un lavabo con mueca de estreñido, cocinando un 'chuletón' sin necesidad de brasa o inmortalizándose junto a un rebaño de ovejas, siempre acierta: al día siguiente todo el mundo habla de él. Efectividad garantizada.
Ya saben que este fin de semana se han cumplido 46 años desde la muerte del dictador fascista y genocida Francisco Franco. El 20-N es sinónimo de libertad, de cambio, de ciclo acabado y enterrado. También es la excusa perfecta para los nostálgicos de su reino de terror para llorarlo por las esquinas y exaltar su legado de odio, conflicto y represión. Teóricamente, las fuerzas democráticas de este país (excepto VOX, claro) rechazan el franquismo. Y decimos teóricamente porque ya sabemos cómo piensa buena parte de la derecha más reaccionaria del Estado: si lo hacen es por obligación y con la boca muy pequeña. Le deben mucho. Ahora bien, lo que no habíamos visto nunca es al número 1 de uno de los partidos mayoritarios yendo a una misa en honor al dictador. Parece ciencia-ficción, ¿verdad? Pues es real como la vida misma. Casado, el sábado y de negro riguroso, fue a la catedral de Granada. Allí se hacían una serie de oficios en memoria del Generalísimo. No contento con su visita, se hizo un selfie con un cachorro franquista, que alucinaba con la presencia del 'pepero'. La foto se viralizó al instante.
El alboroto fue sideral, como es natural. Un "demócrata" rezando por la memoria del hombre que convirtió España en una dictadura y las cunetas en un cementerio. Ah, perfecto. Y claro, el Partido Popular tuvo que salir a toda prisa a salvar a su líder, que volvía a quemarse en la hoguera. Que sí, que Pablo estuvo de cuerpo presente, pero pobrecito: no sabía que allí hacían una misa fascista. Qué mala suerte que tiene el hombre: de entre todas las iglesias que hay en el mundo, le tocó la china. No sospechó absolutamente nada al ver que había más fachas de lo normal en el templo, ni que nombraran a menudo el nombre de Franco, etcétera. Tiene tantas cosas en la cabeza que no puede con todo. Evidentemente, la foto ha desaparecido de la cuenta del fiel seguidor fascista, seguramente después de recibir una llamadita. Pero vaya, que ha quedado retratado para la posteridad. De hecho, se podría hacer un póster.
VOX es la filial ultra del PP, pero eso no quiere decir que no haya ultras entre los moderados. Ni mucho menos. Este es el presente y el futuro de España: el pasado más horripilante.