El mundo de Instagram se acerca al precipicio del absurdo. La obsesión por encontrar los mejores paisajes, hacer los mejores selfies y reventar la red con toneladas de 'likes' está poniendo en peligro su propia salud. Una de las últimas modas, tan universal como el mismo fenómeno, es la de bañarse en preciosos lagos de aguas turquesas, que, oh misterio!, muy poca gente había descubierto hasta la llegada de los reyes y reinas del siglo XXI, que nos han abierto los ojos. Pues bien, un consejo de amigo no instagrammer: no los abran bajo estas aguas, o será la última vez que los utilicen.
Sí, porque estas balsas de agua acostumbran a ser artificiales y construidas por industrias contaminantes que vierten sus residuos. A primera vista, nada no haría pensar que se trata de una trampa perjudicial para la salud: aguas transparentes, limpias y de un color que invitan al engaño. Se tiene que hilar fino, como fijarse en los grandes carteles que indican la peligrosidad del lugar y la prohibición de acceder. Un pequeño detalle que algunos se han pasado por el arco de triunfo, y el resultado ha sido acabar en urgencias con reacciones alérgicas de campeonato. Es lo que le ha pasado a una joven gallega, influencer amateur, que se ha bañado irresponsablemente en una de estas albercas en Monte Neme, A Coruña, que está llena de volframio: "Lo pasé un poco mal, sí, pero la foto lo valía"
Galicians of late capitalism bañándose nunha antigua mina de wolframio pic.twitter.com/NnSJAADDtP
— Uxía (@uxiaabc) 5 de junio de 2019
No es que sea una poza, es que es una balsa de vertidos tóxicos. Hay ser Indigenter mental 😂😂😂😂
— ℕ���������������������������� ℂ��������������������®️ (@NCowboi) 7 de junio de 2019
Pero vamos a ver una cosa pic.twitter.com/W4E0OtLtx4
— ℕ���������������������������� ℂ��������������������®️ (@NCowboi) 7 de junio de 2019
-Nos bañamos en una balsa de lixiviados de una mina de Tunsteno?
— M. Rajoy (@eldeltupe) 8 de junio de 2019
-No veo por qué no...
Dos años más tarde nos sacan una serie en Netflix: La balsa maldita, o alguna mierda del estilo.
JAJAJAJA que el agua de una poza sea sospechosamente azul turquesa debería ser suficiente señal de no bañarse. Esto no es Cancún. 🤣
— Kami_Orochi 天 (@kami_orochi) 6 de junio de 2019
No es el único caso de irresponsabilidad que hemos encontrado estos días: También pasa en Siberia, donde no saben como parar la creciente llegada de curiosos a Novosibirsk, las Maldivas siberianas: Un enorme lago lleno de cenizas tóxicas provenientes de una central de energía térmica. Allí no sólo hay quien se baña: También practican kayak, se divierten con enormes flotadores, toman el sol, hacen picnics, juegan con el barro... y visitan el hospital entre gritos de dolor, con la piel cayendo a tiras. Eso, claro está, siempre que puedan salir del estanque, que también es una trampa mortal por la dificultad del suelo. Ahora bien, las fotos quedan muy bonitas, cierto, aunque atenten contra el sentido común.
La selección natural espera su turno: Parece que hará estragos entre el colectivo de los influencers.