En el fútbol español ya hay dos clásicos: los Barça-Madrid de cada año y la pitada al himno borbónico cada vez que los culés llegan a la final de la Copa del Rey.

Los silbidos contra el himno indignan al españolismo, que parece que no se enfada tanto cuando pasa lo mismo pero en la inversa. Una contradicción que se ha encargado de hacer evidente a un diputado perico: Gabriel Rufián. El dirigente republicano recuerda en la red el papelón de Vox este martes en el Congreso, golpeando de pies y manos contra los escaños para impedir que nadie pudiera oír hablar a los presos políticos catalanes.

Aquel día, el unionismo no se enfadó.