Alfarràs, municipio del Segrià, Lleida. Cerca de 3000 habitantes. De todos ellos, las redes y los medios de comunicación nos hacemos eco de uno muy concreto. Antonio Jiménez, protagonista de una mutación digna de estudio. El hombre, exmilitante de ERC y presidente de la asociación Acció Social Alfarràs, que ayuda a la integración de los gitanos, se presentó a alcalde de la localidad bajo las siglas de VOX. No sólo no ganó, sino que la derrota le ha hecho abjurar de los de extrema derecha, haciendo un (nuevo) giro de 180 grados en su ideología política. "Mi corazón es independentista. Amo a Catalunya, a los presos políticos, y pido perdón por haberles defraudado". Lo ha dicho en la emisora Emun FM. De pasar de apoyar las tesis ultras a reclamar la liberación de Junqueras, Romeva y el resto de represaliados.

"Me engañaron. Soy joven y me prometieron el oro y el moro", argumenta Jiménez para explicar el llamativo cambio de chaqueta, la especialidad de la casa. Asegura que los de Abascal le garantizaron que no estaban en contra del pueblo gitano ni de los inmigrantes, pero que "me he dado cuenta de que sí que lo estaban". Curiosa explicación, cuando menos.

Esta historia de transfuguismo radical ha hecho las delicias de los usuarios de Twitter, de uno y otro signo político.

Jiménez ha asegurado que se retira de la política "temporalmente", mientras sigue reflexionando y dedica su tiempo a una asociación que, quizás, nunca debería haber abandonado.