Lo han conseguido. Vox acaba de alcanzar el grado máximo de bajeza moral, y mira que llevan mucho tiempo probando suerte en esta competición infame. El coronavirus se ha convertido en el escenario adecuado para multiplicar su capacidad para causar asco, repugnancia y horror. Han encontrado la fórmula mágica, manipulando políticamente una foto robada a un profesional de la imagen. Una instantánea que en sus manos, ha acabado de la siguiente manera.
Sí, no es ninguna broma macabra: la Gran Vía, arteria del centro de la capital de España, llena hasta los topes de ataúdes con las pertinentes rojigualdas, utliizándola como arma política. Se ve que disfrutan con el dolor ajeno, explotando la muerte de sus supuestos compatriotas por la pandemia. Quizás ni siquiera tienen bastante con los 13.000 fallecidos (hasta el día de hoy), y querrían más para seguir haciendo su propaganda nauseabunda. La red ha puesto el grito en el cielo, con el autor de la imagen original enfurecido por el robo de su trabajo. Incluso algunos simpatizantes de los ultras huyen espantados.
Son monstruos. Y los que siguen aplaudiéndoles, votándoles o defendiéndoles, tan o más indignos de la condición humana que el propio Abascal y su grupo de insensatos. Qué asco.