La contundencia con que Oriol Junqueras ha abierto la caja de los truenos en Esquerra Republicana contra el equipo de Marta Rovira, que ha gestionado el partido en los últimos tiempos, ha sorprendido a muchos. También la dureza como se ha pronunciado sobre la estructura B del partido, que ha sido estos años un auténtico lodazal, desde donde se llevaban a cabo, entre otras cosas, campañas de falsa bandera y se reclutaba a externos a la organización, previo el correspondiente pago desde el partido, para atacar rivales políticos o propagar noticias falsas. Junqueras no se ha mordido la lengua en estas últimas 48 horas y desde los dirigentes atacados no se ha escuchado defensa alguna. Se podría decir que el que calla otorga, por más que la secretaria general haya publicado un tuit en la cuenta X en el que dice que por responsabilidad no contestará ahora y que lo hará cuando cierre su actual mandato, o sea, cuando haya pasado el congreso del partido previsto para el 30 de noviembre.

Lo cierto es que de la manera en que evoluciona la campaña interna, a la lista que encabeza el exalcalde del Maresme Xavier Godàs en nombre de Nova Esquerra Nacional, se le va a hacer muy larga.

En el mundo de la inmediatez, en el que la fuerza de las noticias dura normalmente hasta que haya una de nueva, es evidente que la respuesta de Marta Rovira es insuficiente si pretende defenderse. Y, por tanto, hay que dar por bueno que Junqueras tiene razón, cuando señala que se le apartó de las decisiones del partido y que un reducido grupo de dirigentes gestionaba Esquerra, prescindiendo del Comité Ejecutivo y del Consell Nacional, los dos máximos órganos de dirección. Nadie tiene los elementos y la información que tiene Rovira y su silencio da por bueno que el fango existía, ella lo conocía de una manera u otra y que no se hizo nada para impedirlo. Así de sencillo, por extraño que pueda parecer y por muchos discursos que hayamos oído en los últimos años de armonía, convivencia y equipo en la cúpula del partido.

En defensa de Rovira sí han salido voces desde la candidatura que ella impulsa para barrar el paso al retorno de Junqueras, como la diputada en Madrid y exconsellera Teresa Jordà. La dirigente del sector considerado oficialista o de Calabria —por la sede del partido— ha dicho que las palabras de Junqueras le provocaron tristeza y una gran decepción hacia el expresidente. Según Jordà, Junqueras prepara una purga interna, si gana el congreso, cuando habla de limpiar antes de recoser. Se refiere, la número dos de Rufián, a unas palabras pronunciadas en Olesa de Montserrat, en las que garantizó a los presentes que no coserían ninguna herida que previamente no hubieran limpiado. Lo cierto es que de la manera en que evoluciona la campaña interna, a la lista que encabeza el exalcalde del Maresme Xavier Godàs en nombre de Nova Esquerra Nacional y tiene a Alba Camps como secretaria general, se le va a hacer muy larga.

Una última reflexión: es sorprendente que los órganos de control ético del partido no estén más presentes con todo lo que se está diciendo. No es suficiente con desear que en el futuro funcionen mejor, sino que su silencio envía a la opinión pública un mensaje preocupante. Segundo, es evidente que no contribuye a rebajar la tensión esta especie de atrincheramiento de la actual dirección no aceptando ni un adelanto del congreso —se convocó a mediados de mayo y la crisis se va a alargar, al menos, hasta el 30 de noviembre— ni la designación de una comisión gestora para gestionar el día a día de la organización. Para los dos movimientos quizás ya es demasiado tarde, pero muchas veces lo peor es esperar que amaine el temporal sin hacer nada.