Tal día como hoy del año 1808, hace 213 años, en Bayona (País Vasco francés), los reyes Carlos IV y Fernando VII (padre e hijo) firmaban las mal llamadas Abdicaciones de Bayona, que implicaban la cesión de la corona española a Napoleón Bonaparte, emperador de Francia. En compensación, Carlos IV recibió un castillo en el País Vasco francés y la promesa de cobrar una pensión anual y vitalicia de cuatro millones de francos franceses (el equivalente aproximado a unos ciento veinte millones de euros).
En cambio, Fernando VII, que en el momento en que se suscribió aquel pacto era rey titular de España, recibió la promesa de cobrar la misma pensión que su padre, que dejaría de percibir en el momento en que Napoleón lo coronara rey de Etruria (un estado creado por la administración francesa sobre el territorio ocupado del ducado independiente de Toscana). También, en aquellos acuerdos, Napoleón se comprometió a negociar el matrimonio de Fernando con una infanta o una princesa de una casa real europea.
Carlos IV había sido rey de España hasta el golpe de estado perpetrado por las oligarquías cortesanas de Madrid, contrarias a las políticas de aproximación al régimen postrevolucionario francés que había llevado a cabo el ministro plenipotenciario Godoy. Aquel golpe de estado, denominado Motín de Aranjuez y perpetrado el 19 de marzo de 1808, había culminado con la salida hacia el exilio de los reyes Carlos IV y María Luisa y del ministro Godoy y la entronización del primogénito y heredero Fernando VII.
La cancillería de Versalles, nerviosa por los acontecimientos de Madrid, citó a Fernando VII en Bayona (donde se habían exiliado sus padres) para que —en su calidad de nuevo rey de España— ratificara el Tratado de Fontainebleau (1807), que garantizaba el tráfico de los ejércitos franceses por suelo español en dirección a Portugal. La imposibilidad de reeditar aquel tratado con los actores de Bayona (Carlos se había quedado sin poder y Fernando no se atrevía a ratificar a Fontainebleau y volver a Madrid) precipitó la venta.