Íñigo Errejón ha reconocido en TV3 que los Países Catalanes son una unidad lingüística y cultural y que la posibilidad de convertirse en una unidad política sólo debería depender de la voluntad de los ciudadanos de sus territorios respectivos. Como este ha sido uno de los grandes tabúes de los últimos 40 años y sólo hace un año y medio, en plena campaña electoral, Pablo Iglesias evitó posicionarse sobre el tema, creo que no está de más preguntarse qué ha pasado.
Me parece muy bien que Errejón simpatice con los maulets, pero en política las coincidencias no existen o no tienen nunca tanta importancia como las conveniencias. Yo diría que, como siempre que el sistema se colapsa, los españoles se hacen los simpáticos con los catalanes. Leyendo los diarios, me parece que la Operación Diálogo responde más a una operación de Estado que a la iniciativa de un solo partido, y que Errejón y Soraya Sáenz de Santamaria están más de acuerdo de lo que pueda parecer de entrada.
Con la proliferación de referéndums y la emergencia de la extrema derecha en toda Europa, la conciencia democrática del continente está hipersensible. A pesar de los intentos que una parte del independentismo oficial hace para sacar carga política al referéndum, la autodeterminación ataca el núcleo del relato sobre qué es y qué ha sido la democracia española. Igual que pasó después del franquismo, España no se puede permitir aparecer ahora como un Estado opresor que hace más de 300 años que trata de exterminar una nación tan importante como Catalunya.
El diálogo de Santamaria y el pancatalanismo teórico de Errejón son un intento de abaratar el retroceso que algunos líderes del independentismo quieren impulsar una vez realizado el referéndum, con la complicidad de Xavier Domènech. España necesita esconder a sus muertos en el armario y volver a hablar el catalán en la intimidad para disimular que Franco lo dejó todo atado y bien atado. Como Iglesias ha resultado un político indomable, el maulet Errejón se postula para hacer de Felipe González y convertir Podemos en el nuevo PSOE que barnice de legitimidad democrática la segunda Transición.
Aunque vaya de buen chico, Errejón juega con la idea que la libertad de un pueblo depende de si te tratan bien, exactamente igual que Sáenz de Santamaría -o incluso el presidente exfalangista del TC Pérez de los Cobos. Dejando de lado las bombas contra Joan Fuster y algunas editoriales valencianas, si eres lo bastante demócrata para aceptar que los Países Catalanes son una unidad cultural y pueden constituirse en una unidad política también debes aceptar que, como decía el franquista Carles Sentís, la Constitución del 78 se hizo contra la nación catalana.
Estaría bien que Errejón dejara de jugar con el sentimentalismo visceral de las bases asilvestradas del país y viniera al Principado de observador internacional este septiembre. A diferencia de otros políticos de su edad, es lo bastante leído para saber que todos los intentos de articular una España al estilo catalán, para seguir sujetando Catalunya, han acabado como el rosario de la aurora. Cuando exportemos la autodeterminación a Valencia y a las Baleares también estaremos encantados de que venga.
Errejón: no vas a sacar nada de sumarte a esta campaña reformista que el Estado ha puesto en marcha para disimular que, como dijo Miquel Roca, el Referéndum es perfectamente constitucional.