En medio de las restricciones por la pandemia se han autorizado desplazamientos dentro de la misma comarca para poder visitar una tumba, arreglar el nicho y cumplir con la tradición. Se hace una excepción con la muerte como si ella la hiciera con nosotros, que cuando te toca te ha tocado y ya puedes rezar. Con las nuevas medidas, se pueden llevar flores a un difunto pero no a una persona viva, que es quien podría olerlas, agradecerlas y sonreír el gesto. Puedes llevar flores a un difunto pero no asistir al funeral de la madre de una amiga y reconfortarla. Prioridades extrañas.

Hay un día dedicado a los difuntos que en realidad está pensado para que las personas que les han sobrevivido les puedan recordar más que para la necesidad del muerto mismo. La ausencia de quien se va está siempre. No hace falta un día concreto para tenerlo presente. El duelo se va trampeando como buenamente se puede pero cuando empieza el mes de noviembre el cementerio huele a flores recién cogidas mientras los seres vivos queridos tenemos que seguir viviendo sin abrazos.

Si, por los efectos de la Covid, Abertis pide prorrogar peajes, nosotros pedimos que no se nos cobren los autónomos

Mientras tanto, y en plena crisis, el Gobierno -con salario asegurado- sube el sueldo y al mismo tiempo aumenta la cuota de autónomos, justo en el momento que nos obligan a dejar de facturar. Este mismo gobierno incrementa la partida para la Casa Real (la huida del rey emérito a los Emiratos Árabes debe de salir cara) y Abertis, con la excusa de los efectos de la Covid-19, ha pedido formalmente prorrogar los peajes en la AP-7 y la AP-2. Pues miren, por el mismo motivo, nosotros pedimos que no se nos cobren los autónomos, el agua y la luz mientras no podamos trabajar.

Para continuar con los despropósitos de esta semana terrorífica, el Tribunal Supremo (el de la sentencia de los presos políticos) ahora obliga al Estado a devolverlos a la banca y a Florentino Pérez los 1.350 millones de euros por la quiebra del proyecto Castor. Cobrarán millonadas por haber provocado decenas y decenas de terremotos en el Delta y las tierras del Sénia y poner en riesgo vidas y ecosistemas. Si lo hubiérmoas hecho usted y yo ya estaríamos en chirona. Las sacudidas del suelo las sufrimos nosotros, aquí abajo. El coste de aquella aberración lo pagaremos entre todos a base de impuestos. O sea, que en el Ebro pagaremos dos veces.

Como excepción, se pueden llevar flores a un difunto pero no a una persona viva, que es quien podría olerlas

Finalmente, con las nuevas medidas aplicadas, se puede salir de casa para ir a trabajar y en paralelo se anulan actos culturales. ¿Entonces, quiere decir que la cultura no se considera un trabajo? Porque somos muchas las personas que trabajamos y vivimos de ella. Y no lo hacemos sólo por amor al arte, que también porque amamos lo que hacemos, es que resulta que es nuestra profesión. Sí, es una profesión y reclamamos respeto. Seguramente, parte del problema radica en el hecho que la gente de la cultura no está considerada como clase trabajadora, cuando en realidad lo somos, con horarios y dinámicas propias. Además, la cultura nos hace libres y críticos, nos ayuda a pensar, se ocupa de nuestro estado mental y emocional. Se ocupa de la belleza. Por lo tanto, no es sólo por nuestro puesto de trabajo, es también por la salud de las personas, de todas, tengan la profesión que tengan. La cultura es segura y es imprescindible.

Con todo, y recapitulando tanta sinvergüenza, tenemos que hay un día dedicado a los difuntos pero no existe el día internacional del ser humano. Conmemoramos la muerte pero no celebramos la vida. Lo he estado buscando y nada. Sólo me ha aparecido el Día Mundial de los Animales pero no creo que los humanos aquí estuviéramos incluidos, a pesar del comportamiento de algunos especímenes que lo justificaría. Tampoco he sabido encontrar un día mundial de la cultura, y mira que genera identidad colectiva y nos hace personas. Sí que existe, en cambio, el Día Internacional de la Economía, aunque no sé si sirve de mucho si al final las sumas que hacen los de arriba (los majors, que dice mi abuela) siempre acaban restando de los mismos bolsillos. Ya lo decían Miquel Bauçà y Eduardo Galeano, cada uno a su manera: "El cielo es gris, como siempre, encima del pobre" y "La justicia es como las serpientes, solo muerde a los descalzos".