Carles Viñas (Barcelona, 1972) es doctor en Historia Contemporánea de la Universitat de Barcelona (UB) y especialista en extrema derecha. Cree que el contexto actual, marcado por la crisis sanitaria, social y económica desatada por la pandemia de coronavirus, es un caldo que cultivo que puede explotar la extrema derecha. Ahora bien, tiene claro que si esta va más allá no es por méritos propios, sino por los deméritos de las instituciones democráticas.
El viernes 30 de octubre se registraron importantes disturbios en el centro de Barcelona. Una parte de ellos los protagonizaron grupos neonazis y de extrema derecha. ¿Están capitalizando el discurso negacionista de la Covid y contrario a las medidas restrictivas para frenar la pandemia?
Creo que tenemos que matizar. No lo capitaliza, sino que intenta capitalizarlo y participa, que no es lo mismo. No tiene bastante músculo para capitalizarlo. Hay un interés detrás, un interés político de intentar desgastar el Govern de cara las próximas elecciones.
Durante el desconfinamiento, también se vieron manifestaciones espontáneas en Madrid en el barrio de Salamanca, así como otras organizadas por Vox dentro de los vehículos. ¿Tienen alguna cosa en común con las del viernes?
Una cosa son las concentraciones del barrio de Salamanca, que eran claramente de un partido que convocaban los suyos y otra son las concentraciones minoritarias o radicalizadas que convocan grupos nazis en los últimos días, de no son más 40 o 50 personas, pero el problema es que los estamos amplificando.
Cuando hay una crisis como la que tenemos ahora, marcada por la pandemia, la extrema derecha intenta sacar rédito
¿Por qué han adoptado este discurso antinegacionista?
La extrema derecha o la derecha radical populista tienen el discurso conspiracionista bastante interiorizado. De hecho, una cosa habitual tanto de la extrema derecha como de los grupos neonazis es la idea de la conspiración internacional. El tono va en esta línea, un tono en el cual hay una traición, cuando hay una crisis económica y social. Eso es recurrente. Como pasó aquí en el siglo XIV cuando había una gran comunidad judía en Barcelona o como vimos en la época de entreguerras con el régimen nazi, que buscaba deslegitimar un colectivo que es visto como el culpable de todo.
Por eso, el viernes se vieron pintadas antisemitas durante la manifestación.
Sí, exacto.
De hecho, eso va mucho en sintonía con el discurso que realizó el líder de Vox, Santiago Abascal, en la moción de censura en el cual vinculaba el magnate George Soros con una trama internacional relacionada con la Covid.
Una cosa es la teoría de los judíos como los enemigos y la otra la conspiranoide de Soros. Convergen, pero son diferentes.
Si los gobiernos no hacen un acompañamiento social, esto es un caldo de cultivo que puede explotar la extrema derecha
Es decir, una muestra un culpable de la situación, que serían los judíos, mientras que los otros defienden que hay una conspiración internacional.
Exacto. Una conspiración internacional que Vox escenifica con grupos del siglo XXI.
También ha habido disturbios en Logroño, Madrid, Italia... ¿Por qué se está dando en varios sitios?
Cuando hay una crisis como la que tenemos ahora, marcada por la pandemia, la extrema derecha intenta sacar rédito, capitalizar o monopolizar este tipo de protestas. La del viernes en Barcelona, en realidad, era una manifestación muy transversal donde había desde jóvenes no acompañados, tenderos enfadados o gente de la extrema derecha. Era una cosa muy transversal. Nadie miró a quien tenía al lado porque lo que es extraño es que no se enfrentaran entre ellos.
¿Con la crisis de la pandemia, la extrema derecha puede ir a más?
Si va a más, no es por mérito de la extrema derecha, sino por demérito de las instituciones democráticas y, especialmente, de la izquierda que está dejando ocupar un determinado espacio político.
No es tanto mérito de los negacionistas o de la ultraderecha, sino de no explicar bien las cosas desde los gobiernos o la OMS
¿La solución tendría que partir de los gobiernos?
Cuando hay una crisis social, como en el contexto actual, que la población se ha sacrificado y les dejas desamparados, es cuando la extrema derecha puede encajar. Si los gobiernos no hacen un acompañamiento social, eso es un caldo de cultivo que puede explotar la extrema derecha.
En el ámbito político internacional, la extrema derecha está liderada por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, o el brasileño Jair Bolsonaro. ¿Qué poder real tienen en este contexto de pandemia para conseguir adeptos?
Sobre todo, de altavoz y, especialmente, en el caso de los Estados Unidos porque su discurso llega a millones de personas de todo el mundo. La persona que no entiende la pandemia, sus causas, sí puede caer en este discurso. No es tanto mérito de los negacionistas o de la ultraderecha, sino de no explicar bien las cosas desde los gobiernos o la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como de no ofrecer soluciones, porque cuando la gente busca soluciones quien pone soluciones mágicas es la ultraderecha.
¿Veremos más fuerza de la extrema derecha en España?
Es probable que, de vez en cuando, haya un estallido, pero yo creo que la izquierda alternativa tiene que intentar tomar el protagonismo y que la ultraderecha no tome ningún espacio.
Durante las manifestaciones del viernes, Ignacio Garriga, el candidato de Vox en Catalunya, se solidarizó con los manifestantes en su cuenta de Twitter. Domingo se desdijo. ¿Por qué esta rectificación?
Porque ante las inminentes elecciones no se puede permitir quedar desenmascarado.
La extrema derecha o la derecha radical populista tienen el discurso conspiracionista bastante interiorizado
¿Vox recogerá este descontento en las elecciones catalanas y, en un futuro más lejano, en las españolas?
Está por ver. El pilar de la extrema derecha o de esta derecha populista es Vox. Por lo tanto, es la única formación que puede recoger a este votante desencantado con Ciudadanos o el PP.
Aquí también entrará en juego el rol que asuma el PP, que el día de la moción de censura se quiso desmarcar de Vox y se distanció con un discurso más moderado.
Habrá dos cosas. Primero, la pérdida de votos de Ciudadanos. Ver hasta donde llegará con esta moderación del discurso de Inés Arrimadas. El otro es el discurso que tendrá Casado, si será más moderado como el que tuvo Rajoy en su momento o más exaltado porque, para exaltados, ya tenemos los otros.
Vivimos un contexto donde la sociedad está polarizada. ¿Eso favorece un resurgimiento de la extrema derecha?
La polarización no tanto, sino el desgaste que está sufriendo el sistema tradicional de partidos y el bipartidismo que está asentado desde hace décadas en el estado español con casos de mala gestión o de corrupción. Eso hace que pueda haber formaciones que hasta hace poco eran marginales y ahora puedan tomar relevancia.