El presidente Mariano Rajoy ha levantado por un momento el silencio informativo a las acciones de Carles Puigdemont, desde que le destituyó con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, para cargar duramente contra su propuesta de que Catalunya votara la pertenencia a la Unión Europea. "Es absurdo pretender que salga de ella", se revolvía Rajoy a la salida de un desayuno informativo en Madrid del presidente del Partido Popular vasco, Alfonso Alonso, reivindicando el retorno a "la estabilidad, tranquilidad y normalidad", frente al "ridículo" de quienes contraponen ley y democracia, los soberanistas.

"Puigdemont quiere que todos los catalanes rompan con Bruselas menos él. Le gusta mucho Bruselas, pero no se la recomienda a los otros. Sus compañeros están en prisión. Creo que su partido preferiría que no hablara", se burlaba Alonso. Le observaban al fondo la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Energía, Álvaro Nadal; el secretario de Estado de Presupuestos, Alberto Nadal; el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat; la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.

La cuestión es que el encuentro en el Hotel Ritz se ha convertido en una crítica al nacionalismo en general, después de que Ciudadanos disparara contra el cupo vasco la semana anterior, durante su aprobación en el Congreso. El representante vasco ha denunciado la "política de la demagogia" de Albert Rivera, pues el concierto no era una reivindicación de los nacionalistas, "sino anterior a ellos", según ha expuesto Alonso. En segundo lugar, ha denunciado "cualquier nacionalismo, incluido el español", si bien ha defendido que España hubiera vivido un "resurgimiento del patriotismo" frente la crisis catalana.

Así las cosas, el presidente del PP vasco ha señalado el argumento electoral para explicar que Cs estuviera cargando contra un precepto constitucionalmente reconocido. "Hemos visto una reacción virulenta y agresiva que no solo tiene que ver con el cupo y su cálculo", ha dejado caer el ponente. El popular ha expuesto que nadie en Euskadi critica el FLA, una medida para dotar de liquidez a las comunidades, frente a la infrafinanciación que sufren. "Yo nunca haría demagogia", ha reconocido, después de que ciertos barones del PSOE se levantaran en contra hace unos días.

Pero ante la comparación que se podía establecer entre los "nacionalistas buenos y malos", es decir, los vascos y los catalanes, en un encuentro de estas características, Alonso ha huido en todo momento. "No se puede comparar Catalunya con el País Vasco, las comparaciones son odiosas, porque en el País Vasco hubo violencia terrorista", ha lamentado. Eso sí, Alonso ha felicitado a Euskadi por haber reducido el apoyo al independentismo, a la par que ha denunciado "las oportunidades perdidas" como consecuencia de los años de terror, aunque la economía vasca habría conseguido remontar.

A pesar de la crítica al nacionalismo, sin embargo, Alonso se ha mostrado en contra de la pulsión recentralizadora del Estado. En cuanto a las competencias educativas, ha afirmado que hacía falta una política estatal que se superpusiera a la autonómica –estableciendo un símil con el sistema de Sanidad, compartido entre ambas administraciones–, algo que no debería suponer un retorno de la potestad reguladora en el Estado. "No son las leyes las que adoctrinan, sino las personas. Aquí tenemos a la presidenta de la comunidad de Madrid, que no tiene ninguna denuncia porque la sabe gestionar bien", ha zanjado.