Tal día como hoy del año 1945, hace 79 años, en la prisión de Fresnes (a quince kilómetros al sur de París), y en el contexto de los meses inmediatamente posteriores a la finalización de la II Guerra Mundial (1939-1945), un pelotón del ejército de la República francesa fusilaba a Pierre Laval (Chateldon, Occitania-Francia, 1883). Laval, que había iniciado su carrera política en el sindicato anarquista CGT y en el Partido Socialista francés, hizo un curioso viaje ideológico que lo llevaría a militar en partidos de la extrema derecha francesa, y acabaría siendo jefe del Gobierno del Estado títere de Vichy, durante la ocupación alemana de Francia (1940-1944). Durante esta etapa, Hitler lo consideró el colaboracionista más eficaz dentro de Francia (la ocupada y títere de Vichy).

Laval colaboró con el régimen nazi alemán en la persecución y deportación a los campos de exterminio nazis de miles de milicianos de la Resistencia francesa, y de miles de ciudadanos franceses de cultura y confesión judía. Puso el aparato policial de Vichy al servicio de Adolf Eichmann, el arquitecto del Holocausto. Durante la etapa de Vichy, proclamó públicamente que era radicalmente antisemita y que "deseaba el triunfo de Hitler, por qué si no, el contubernio internacional judeo-masónico-bolchevique destruiría Europa". Después del desembarque aliado en Normandía (junio, 1944), la Gestapo evacuó el gobierno de Vichy a Alemania y lo recluyó en el castillo de Sigmaringen, una fortificación aislada situada en las montañas de Baviera.

Durante la conquista aliada de Alemania, los colaboracionistas Pierre Laval, Abel Bonnard y Maurice Gabolde, escaparon utilizando las "rat-lines" (un sistema que los nazis utilizaban para huir a la España de Franco y a Sudamérica). Aterrizaron en el aeropuerto del Prat el 2 de mayo de 1945, y atravesaron la aduana con unos salvoconductos firmados por José Félix de Lequerica, embajador del régimen franquista español en París, mientras estaba ocupada por los nazis (1940-1944) y el ordenante de la detención y deportación del presidente Companys en el exilio. Acto seguido, fueron discretamente acomodados en Barcelona por orden del general Barba Hernández, gobernador militar en la capital catalana y amigo personal del dictador Franco.

No obstante, alguien, interesadamente, filtró aquella noticia, y se produjo un escándalo monumental. El dictador Franco, que ya hacía meses que flirteaba con los aliados, entregó a Laval a la justicia francesa, que lo condenaría a muerte por crímenes contra la humanidad. En cambio, ni Bonnard ni Gabolde, que habían sido políticos destacados del régimen de Vichy, fueron nunca extraditados. Según la historiadora francesa Anne Dulphy, de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, entre 1945 y 1949 los ministros franquistas Gómez Jordana, Lequerica, Erquiza, Bilbao Eguia y Aunós (este último natural de Lleida) firmaron 13.471 permisos a franceses colaboracionistas condenados in absentia por crímenes contra la humanidad.