Después del convulso 2022 en que la invasión de Ucrania disparó una inflación insólita en los últimos años en toda Europa y en España, el año 2023 ha servido para que, a golpe de nuevos convenios, revisiones salariales y aumentos del SMI, el poder adquisitivo de las familias se haya recuperado ligeramente de aquel golpe y haya en algunos casos crecido pese a que el IPC ha seguido alto. Con un mercado laboral bastante dinámico y unas cifras de paro moderadas si las miramos en parámetros españoles comparadas con años anteriores, los sueldos han sido capaces de compensar las subidas de precio en este año que acaba. Eso sí, nuevos enemigos como las subidas de tipos atenazaron con fuerza a las familias hipotecadas.
Ninguna de las mejoras ha servido para sacar a España de la cola de Europa en temas tan importantes como la pobreza infantil, ni por debajo de la media en poder adquisitivo. Con una vivienda que sigue asfixiando sobre todo en las grandes ciudades, un desempleo endémico, una gran desigualdad entre clases pero también territorial y una alerta roja en educación por el mal resultado de las pruebas PISA, las mejoras no permiten precisamente pararse a aplaudir.
Un estudio de la empresa alemana referente en análisis de datos G_fk cifraba el poder adquisitivo español en 2023 en 16.449 euros anuales, un 7% más que en 2022, cuando era de 1.135 euros menos, pero se trata de un estudio no ajustado a la inflación sino con valores nominales. Pero ese mismo estudio apuntaba a que esta cifra está un 7% por debajo de la media europea (donde es de 17.688 euros) y en el puesto 17 entre los países de la UE.
Los salarios subieron un 4% por los nuevos convenios firmados con ajuste a la inflación, tal y como pactaron los sindicatos y la patronal en el mes de mayo, medida que afecta a unos 2 millones de trabajadores. Se pactó también una subida del Salario Mínimo Interprofesional del 8% hasta los 1.080 euros al mes en 14 pagas que afecta a entre 2,3 y 2,5 millones de trabajadores más. Con estos ajustes y las subidas individuales, el salario medio ya había aumentado un 5,9% en marzo de 2023 hasta los 2.106 euros mensuales según las bases de cotización del Instituto Nacional de la Seguridad Social trabajadas en un artículo de Expansión del mes de agosto. La inflación interanual por aquel momento era del 3,1%, con lo cual los sueldos comenzaban a doblegar a la inflación.
Inflación y vivienda
En noviembre, sin datos actualizados sobre salarios, la inflación estaba en el 3,2%, pero la afectación a las familias vulnerables o de bajos ingresos sigue siendo alta por los elevados precios del aceite (un 66% de subida acumulada en un año), las legumbres (un 16,6%) o la fruta fresca (un 15,2%). La bajada del IVA en alimentos esenciales, criticada por economistas por no estar segmentada hacia familias vulnerables y por asociaciones de consumidores porque los supermercados no las cumplen, no ha conseguido frenar del todo el IPC de elementos esenciales en la cesta de la compra, con un 9% de subida acumulada en los alimentos pese a la desescalada, acaban castigando a las rentas cuyo sueldo va prácticamente todo destinado a la alimentación y la vivienda. Otras medidas aprobadas este año, como las ayudas públicas al transporte público o la excepción ibérica para regular las subidas de la luz sí que han tenido un efecto de alivio en las familias.
Y la vivienda es, justamente, uno de los asuntos que más precariza la vida de los españoles, en especial de las grandes ciudades. En España el alquiler se lleva un 30% del sueldo mensual y la compra un 21%, si bien en algunas ciudades este esfuerzo se dispara: en Barcelona hace falta un 43% de sueldo para pagar el alquiler de vivienda y en Palma un 42% para comprar. Este porcentaje se eleva entre las rentas más bajas, con unos precios de alquiler que se pueden elevar hasta los 26 euros por metro cuadrado en el barrio más caro de España, la Barceloneta, tradicionalmente popular y donde un piso de 50 metros cuadrados costaría 1.355 euros según Idealista.
La aprobación de la Ley de Vivienda que regulará los precios del alquiler pretende combatir este sobreprecio, pero hasta la fecha la regulación no se ha aplicado a falta de los índices de referencia que debe aprobar el Gobierno y propietarios y expertos alertan de una caída de la oferta de alquiler que lo que hace es lo contrario, disparar los precios.
Y si el alquiler está en un limbo, la compraventa de viviendas ha sufrido un varapalo importante este año, unas subidas de tipos de interés del Banco Central Europeo (el interés con el que presta dinero a los bancos) hasta el 4,5% que han elevado el Euríbor y los préstamos hipotecarios, con subidas que han mermado el poder adquisitivo de las familias con préstamos hipotecarios a tipo variable.
Pobreza y desempleo
En las franjas más pobres de la sociedad, ayudas como el Ingreso Mínimo Vital, que pese a sus múltiples errores y problemas alcanza a 717.842 familias, han ayudado a que se reduzca el riesgo de pobreza en España. Según informa la red contra la pobreza EAPN, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social AROPE (At Risk Of Poverty or Exclusion) se ha reducido notablemente en el último año y alcanza al 26,0 % de la población residente en España, es decir, unos 12,3 millones de personas están en situación de AROPE. Con respecto al año anterior, en el que alcanzaba al 27,8 %, la tasa se ha reducido en 1,8 puntos porcentuales, lo que supone que unas 840.000 personas han dejado de estar en riesgo de pobreza y/o exclusión social en el último año. Una cifra, sí, mejor que el año anterior, pero aún preocupante.
Con cifras de 2022, más consolidadas, de la OCDE, en España, una de cada cuatro personas era pobre o estaba en riesgo de pobreza y exclusión social y la pobreza infantil era la más alta de Europa occidental, con un 21,8%. España es el peor país de la Unión Europea en términos de pobreza infantil, ocupando el puesto 36 de 39 entre las naciones de alto ingreso (los de la UE y la OCDE), superando únicamente al Reino Unido, Turquía y Colombia, según un informe de UNICEF. El 8% de la población, según un informe de Funcas del pasado mes de septiembre, padece carencia material severa, esto es, no tiene acceso a al menos cuatro de nueve bienes que se consideran esenciales para el bienestar human, entre los que están las vacaciones, una comida con carne o pescado cada dos días, una vivienda con temperatua adecuada, gastos imprevistos de 650 euros, un automóvil, un teléfono, un televisor o una lavadora.
El efecto real y detallado de la inflación y las subidas de sueldos en el poder adquisitivo de las familias en 2023, así como la evolución de la pobreza, se conocerá mejor durante el próximo año cuando las estadísticas se consoliden. Pero lo que indican los números conocidos a lo largo de 2023 es que las familias han mejorado sensiblemente su situación aunque no están para tirar cohetes. Y que por mucho que pueda haber un aumento del poder adquisitivo en todo el territorio, existe aún una desigualdad territorial marcada por las diferencias de sueldos y del precio de la vivienda que requieren aún de muchos años de medidas y bonanza económica, que la incertidumbre global no puede prometer. Mientras tanto, una tasa de paro del 11,80%, esto es, de 2,7 millones de personas, se considera positiva en un país acostumbrado a un desempleo endémico.