Los economistas catalanes defienden que es necesario alargar la vida de las centrales nucleares catalanas. El 60,4% de los colegiados reclaman prolongar la vida útil de Ascó I, Ascó II y Vandellós II, mientras que casi la mitad, el 32,1%, cree que hay que cerrarlas siguiendo el calendario previsto (entre 2030 y 2035), y un 7,4% no ha respondido. El principal argumento a favor es la autonomía energética de Catalunya.
Esta es una de las conclusiones de la encuesta de primavera del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), realizada por 364 colegiados de todo el país y presentada este viernes por su decano, Carlos Puig de Travy. El CEC ha introducido esta pregunta a raíz del debate sobre el futuro de las nucleares, abierto por las energéticas, que cuestionan el calendario de cierre y han solicitado alargar la vida de la central de Almaraz, en Cáceres, la primera que está previsto cerrar en el Estado, entre 2027 y 2028.
La autonomía energética de Catalunya preocupa a los economistas catalanes. El 75,8% defiende que hay que incrementarla con la potenciación de las energías renovables, mientras que un 45,6% la reclama por la vía de las nucleares. El 27,7% defiende impulsar la importación de energía eléctrica desde Francia; un 13,2%, potenciar el gas, y un 9,3%, mantener la presencia de combustibles fósiles.
Xavier Segura, director técnico de la Encuesta Situación Económica, ha explicado por qué los economistas defienden tanto las renovables como las nucleares. La gran mayoría apuesta por las renovables, pero debido al déficit que tiene Catalunya de estas fuentes de energía, “seguramente hay dudas de que esta potenciación de las renovables llegue a tiempo, antes del cierre de las nucleares, para garantizar la soberanía energética de Catalunya”.
“Podemos suponer que el apoyo al alargamiento de las centrales nucleares responde a la inseguridad de que la economía catalana pueda seguir su crecimiento sin que se haya producido un desarrollo suficientemente potente de las energías alternativas”, ha añadido. “Si fuéramos capaces de reducir el déficit de renovables, quizás no haría falta alargar la vida de las nucleares”, ha apostillado, aunque ha reiterado que es muy difícil que haya tiempo.
Carlos Puig de Travy, ha urgido a tomar la decisión cuanto antes. El calendario actual establece que en 2030 se cierre Ascó I, en 2032, Ascó II, y en 2035, Vandellós II. “Nos preocupa que la decisión se debe tomar lo antes posible, porque si está previsto cerrarlas, no se hará el mantenimiento necesario en los últimos años. También necesitan comprar materias primas con tiempo. No es una decisión que se pueda posponer mucho”, ha dicho el decano del Col·legi d’Economistes.
Además, Puig de Travy ha apuntado a otro motivo por el cual hay que acelerar: el industrial y laboral. “Nos preocupa cómo se reconvertirá este sector en Tarragona, cuáles son los planes. Necesita un período de transición. O empezamos a trabajar ahora para transformar esta industria y este subsector, o no tendremos tiempo”, ha urgido.
Más pesimismo
La encuesta de primavera del CEC refleja más pesimismo que la de invierno, ya realizada con Donald Trump en la Casa Blanca, y es la segunda seguida de empeoramiento de la visión de los economistas. El 35,7% cree que la situación de la economía catalana es mejor que hace un año, mientras que hace tres meses, este porcentaje era del 43,9%. Han aumentado ligeramente los que la ven igual que el año pasado, del 42,3% al 45,1%, y aumentan en siete puntos, hasta el 18,7%, los que la ven peor.
El déficit fiscal que sufre Catalunya en la financiación autonómica repite como el principal problema para nuestra economía, según la percepción de los colegiados. De hecho, son más los que apuntan a esta debilidad: el 43,4%, frente al 42,3% de la última encuesta, de hace solo tres meses, a pesar de los anuncios de negociación de la financiación singular entre el Govern y la Moncloa.
El acceso a la vivienda se mantiene como la segunda preocupación de los economistas, con el 37,4% de los votos, porcentaje idéntico al de hace tres meses, mientras que la baja productividad, la falta de reformas estructurales y las infraestructuras siguen completando los primeros cinco puestos, pero con la preocupación a la baja. La que se ha disparado es la situación política: la inestabilidad y desconfianza hacia los gobernantes ha pasado de ser considerada una amenaza para la economía por el 18% de los economistas al 23,6%.
El Col·legi d’Economistes de Catalunya ha introducido una nueva pregunta, sobre las medidas arancelarias. La preocupación por la guerra comercial a escala global se sitúa en séptimo lugar y preocupa al 17,6%, un porcentaje inferior al que se podría esperar, a la espera de los acuerdos a los que puedan llegar los Estados Unidos con otros países y potencias mundiales, como el anunciado esta semana con China.