El primero de mayo, CCOO y UGT daban un claro mensaje de hartazgo y cargaron contra la CEOE, con indisimulados tintes de amenaza, conminando a que se sentaran a negociar “en serio” un acuerdo salarial o, poco menos, que se preparasen para el caos de la conflictividad laboral. Cinco días más tarde, el 5 de mayo -por sorpresa y sin comunicar que estaban negociando “en serio”- avanzaban que habían cerrado un preacuerdo con una subida salarial del 4% para 2023 y del 3% para los dos años siguientes, más una cláusula de revisión salarial de un alza del 1% como máximo. Otros cinco días más, este miércoles, los dirigentes de CEOE y Cepyme, por la patronal, y de CCOO y UGT, por los sindicatos, se hacían la foto de familia. Eso sí, sin que estuviese nadie del Gobierno por el veto expreso de los empresarios.
¿Qué había pasado entre la bronca del Primero de Mayo y el preacuerdo del 5 de mayo? “Nada, que tras el 1 de mayo, llegó el 2 de mayo y nos pusimos a trabajar”, ha explicado sarcásticamente el secretario general de UGT, Pepe Álvarez. En su opinión era cuestión de un “sí” o de un “no”, de cruzar una línea para cerrar el acuerdo salarial, algo que el líder de UGT advirtió unos días antes. Entonces dijo que si había voluntad de pacto, era cuestión de días. Y así ha sido. El punto de conflicto ha radicado, como era de esperar, en las subidas salariales y en la decisión de la CEOE de aceptar una cláusula salarial, lo que les llevó varios días, pues el viernes por la mañana se sentaron a negociar sobre un borrador, al que ha tenido acceso ON ECONOMIA, en que estaba todo escrito, pero ese viernes no había dígitos de subidas ni de cláusula de revisión, solo “equis”. Durante la reunión de viernes se empezó a filtrar que ya se habían despejado las “equis” y se anunciaba un preacuerdo, pendiente de algunos flecos a pulir durante el pasado fin de semana, aunque entre el primer borrador y el texto firmado este miércoles no hay grandes cambios, salvo las subidas salariales pactadas, por supuesto.
“Pelos en la gatera”
Es complicado precisar hacia qué lado se ha decantado la balanza, quién ha cedido más. Gerardo Pérez, presidente de Cepyme, lo ha apuntado este miércoles. “En la negociación, todos nos dejamos pelos en la gatera. Se han abierto heridas que ya están cerradas”, ha dicho. Pero sobre el papel, parece que los sindicatos han cedido, al menos, a dos exigencias que venían aireando desde hace meses. Por un lado, querían que el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) incluyese, además de las subidas a futuro de 2023, 2024 y 2025, la recomendación de subidas a cuenta del poder adquisitivo perdido en 2022, cuando la inflación fue del 8,4%. La CEOE se plantó y se ha quedado fuera. La segunda renuncia ha sido la pretensión, especialmente de CCOO, de que el Gobierno calculase con datos de Hacienda y de la Seguridad Social los beneficios de cada sector para que los convenios se negociasen con datos objetivos. Pero como bien ha recordado el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ese observatorio (garantizado por Nadia Calviño) ni se menciona en el acuerdo.
De la parte patronal, cabría pensar que han cedido en la inclusión de una cláusula de garantía salarial, algo que tanto el secretario general de CCOO, Unai Sordo, como Pepe Álvarez han considerado como algo muy positivo. Sin embargo, tanto Sordo como Álvarez han reconocido que es una cláusula de revisión salarial con limitaciones, pues no garantiza la recuperación total de la inflación. Si el IPC de alguno de los tres años que dura el acuerdo salarial supera las subidas pactadas, se aplicará un incremento adicional el 1 de enero del año siguiente de un máximo de un 1%. Lo que significa que si la inflación termina este año de media como vaticinan los expertos, en el 5,5%, los trabajadores perderán medio punto de poder adquisitivo, pues el máximo de subida se topa en el 5%. Con más razón, si algún convenio decide que, en vez de subir un 4%, se suba algo menos. Entonces la perdida del poder adquisitivo será mayor.
Positivo sí, pero por motivos distintos
Al respecto, Unai Sordo ha aclarado que los sindicatos no van a renunciar a la recuperación de la pérdida del poder adquisitivo en 2022, y en cada una de las mesas que se abran para negociar un convenio colectivo, se planteará como una petición. Pero eso ya será el uso que los negociadores de los convenios hagan del acuerdo, marco que, desde ambas partes, califican de positivo. Aunque por razones muy distintas.
Sordo y Álvarez han valorado especialmente la posibilidad de que este AENC desatasque los 1.300 convenios colectivos que quedaron pendientes del año pasado, donde los sindicatos tienen una fuerza escasa, pues la sindicalización en estos sectores es baja y, por tanto, su capacidad de movilización muy limitada. Donde tienen más fuerza han conseguido ya cerrar los pactos arrancando subidas salariales más altas de las que se recogen en el V AENC.
Para las patronales, además de asegurar una cierta paz social, el acuerdo aporta medidas de flexibilidad que gusta mucho a los empresarios. “La palabra flexibilidad está en frontispicio de nuestras sedes”, ha sentenciado Antonio Garamendi, que ha calificado el acuerdo de “muy bueno”. Cuerva ha ido más allá y ha remarcado en varias ocasiones la flexibilidad conseguida. Como curiosidad, tanto Garamendi como Cuerva agradecieron reiteradas veces a los sindicatos -incluso el presidente de la CEOE citó por sus nombres a “Unai y a Pepe”- el esfuerzo para alcanzar el pacto. Lo sindicatos no se han mostrado tan agradecidos a la patronal, ni tampoco han tildado de estupendo el acuerdo, aunque sí como positivo. Sordo, incluso, ha incidido en la dificultad de haber alcanzado un pacto con las cifras de inflación de los últimos 18 meses: “Nunca se ha cerrado un AENC con estas niveles de IPC”, ha señalado.
Igualmente, sindicatos y empresarios mostraron ayer disparidad sobre el efecto que el acuerdo firmado este miércoles va a tener sobre los convenios colectivos que se negocien estos tres años, en especial los 1.300 que están bloqueados. Garamendi ha matizado que, aunque para aceptar el pacto han consultado a la organización, las subidas salariales "son orientaciones, aunque vamos a defender lo que hemos firmado en la empresa". Sordo y Álvarez contestaron unos minutos más tarde: "Lo firmado es algo más que orientativo para los negociadores en los convenios de las cuatro organizaciones". "No es normativo, pero son obligaciones que los firmantes nos comprometemos a llevar a la negociación. Y no es poco", ha remarcado Sordo.