Los precios europeos del gas se han hundido justo al principio de la temporada de invierno. Los datos así lo demuestran: desde el punto máximo de 338 €/MWh después de las noticias de sabotaje del Nord Stream 1 hasta llegar a los 63 €/MWh de hace dos semanas. Un descenso de los precios gracias a la previsión de los estados ante el estallido de la guerra de Ucrania que aceleró aumentar las reservas. Es evidente que los precios han sufrido un descenso si se comparan con los primeros meses de la guerra de Ucrania declarada por el presidente ruso Vladimir Putin. En paralelo, en la Unión Europea se han llenado los almacenes y las reservas de gas están llenas, llegando a un 94% en el conjunto global de sus estados miembros a finales de noviembre. A partir de aquí, la pregunta es si ya podemos estar tranquilos para hacer frente a una bajada de temperaturas drástica que nos indica que el frío y, por lo tanto, la necesidad del gas irá en aumento.
El tempo que marca el MIBGAS
Los expertos alertan que, evidentemente, en ningún caso se puede bajar la guardia. Si volvemos a los indicadores, sirven para analizar la volatilidad de estos. Por un lado tenemos, entre otros, el TTF, responde a la Title Transfer Facility, y es un punto de comercio virtual de gas natural en los Países Bajos; o también el National Balance Point, conocido como NBP, es un lugar comercial virtual para la compra, venta e intercambio de gas natural del Reino Unido; y en España encontramos el MIBGAS o Mercado Ibérico del Gas. Todos ellos, incluso el de nuestra casa donde la necesidad por una cuestión de climatología no es tan elevada, indican que se tiene que ser muy prudentes. El mes de diciembre ha empezado disparado, también en el conjunto español, y ya se registra un aumento del precio del 18,8%, situándose en los 121,50 €/MWh. No nos tiene que sorprender teniendo en cuenta que este tipo de verano prolongado se ha acabado con temperaturas que ya llegan a grados negativos. Así pues, la crisis energética todavía presenta peligros y hay que desgranar los más inmediatos. No podemos olvidar, por citar un ejemplo, que el TTF era de 13 €/MWh hace dos años, justamente antes de la pandemia. Pero este precio se ha disparado en un 370% en pocos meses.
Planificar el 2023 sin Rusia
Este último mes de diciembre ya dibuja el panorama que está por llegar en el conjunto europeo para el prócimo 2023, también en el Reino Unido. Por una parte, el almacenaje de gas de Europa se tendrá que volver a llenar en el 2023, y esta vez sin la ayuda de ningún tipo de gas ruso canalizado. En paralelo, la guerra también está creando vulnerabilidades financieras. La inflación energética se está extendiendo al resto de la economía europea, creando un agudo dilema para el Banco Central Europeo. Hay que subir los tipos de interés para controlar los precios. Pero si va demasiado lejos podría desestabilizar los miembros más débiles de la eurozona, sobre todo la Italia endeudada. En segundo lugar, demasiadas empresas industriales europeas, especialmente las alemanas, han confiado en abundantes aportaciones energéticas de Rusia.
La perspectiva de una ruptura de relaciones con Rusia, se ha visto amplificada por el aumento de la dependencia de los Estados Unidos que amenaza con atraer la actividad a través del Atlántico. Sin ir más lejos, la Ley de reducción de la inflación del presidente Joe Biden incluye 400.000 millones de dólares en ayudas para la energía, fabricación y transporte e incluye disposiciones de fabricación en América como oportunidad de negocio derivado de la guerra. Y ya se advierte que la combinación de energía cara y subvenciones norteamericanas deja Europa en riesgo de desindustrialización masiva. Por todo ello, estos motivos constituyen la gran primera prueba de fuego para ver la capacidad de resistencia y, sobre todo resiliencia, que tendrá Europa.
De la dependencia rusa a la americana
Más allá de llenar las reservas, desde Bruselas también se ha trabajado en otras soluciones, aunque resultan ser "curas menores". En octubre de 2022, el Consejo Europeo llegó a un acuerdo sobre nuevas medidas a adoptar a nivel de la UE para hacer frente a la crisis energética. Los líderes pidieron al Consejo y a la Comisión que presenten urgentemente decisiones concretas que pasan por la solidaridad entre ellos. Aunque esta queda muy cuestionada con ejemplos últimos como los acuerdos para establecer un corredor nuevo de energía que se disputaron Pedro Sánchez y Emmanuel Macron para ser la puerta de entrada en Europa. Además, los cambios radicales cuestan de afrontar. El año 2020, más de la mitad de la energía total disponible en la UE provenía de importaciones, con Rusia como el principal proveedor de combustibles fósiles en la Unión Europea.
En el año 2021, la UE importó el 83% de su gas natural. Desde la invasión rusa de Ucrania, las importaciones de gas de Rusia se han reducido significativamente. Eso se ha visto compensado principalmente por un fuerte aumento de las importaciones de gas natural licuado (GNL), especialmente de los Estados Unidos. La conclusión final es que la dependencia sigue siendo clara y no evitará un repunte del aumento de su coste y, lo que es peor, un mayor empobrecimiento del conjunto del viejo continente. En comparación con su trayectoria del PIB anterior a la covid, Europa ha ido peor que cualquier otro bloque económico. De las 100 empresas más valiosas del mundo, solo 14 son europeas. Y en paralelo, el apoyo financiero y militar de los Estados Unidos en Ucrania supera ampliamente el de Europa.