La temporada del caqui es en los meses de octubre y noviembre, pero una crisis en los últimos tiempos, pone en peligro dar al alcance con un producto regional, sobre todo del País Valencià, donde más árboles frutales de estos hay, La Unió Labradora ha dado la voz de alarma ante la gravísima situación que atraviesa el sector del caqui en el territorio valenciano, afectado por un aumento dramático del discernimiento a causa de plagas y enfermedades. Según la organización agraria, los productores de caqui perderán más de 47 millones de euros en ingresos esta campaña a causa del elevado porcentaje de separación, que llegará a un preocupante 31% de la cosecha, en gran parte a causa de la falta de materias activas y herramientas de control biológico que permitan combatir las plagas.

Según los cálculos de LA UNIÓ, la cosecha potencial de caqui para esta campaña es de cerca de 386.000 toneladas. Sin embargo, a causa del abandono de algunas parcelas y la falta de soluciones eficaces para combatir plagas, se prevé una reducción de la producción del 9% con respecto a la campaña pasada y del 8% en comparación con la media de los últimos siete años.

Con respecto a las plagas, tanto las ya existentes como las importadas en los últimos años, han mostrado una resistencia cada vez mayor a los tratamientos agronómicos tradicionales. Además, la situación se ha visto agravada por la falta de productos fitosanitarios adecuados y la ausencia de métodos de lucha biológica, como depredadores, parasitoides o feromonas, que permitan un control sostenible e integrado. Todo eso ha llevado a una situación insostenible para los agricultores, que ven cómo sus cosechas se pierden sin que haya soluciones viables a la vista.

Una campaña perdida

El discernimiento de caqui por plagas ha aumentado de manera alarmante en la campaña 2024-2025. Comparado con la campaña anterior, se ha registrado un incremento del 247%, hecho que significa que en torno al 31% de la producción potencial de esta temporada se perderá. Este aumento de la separación se debe principalmente a la aparición de una nueva plaga: el sudafricano de cuadragésima Scirtothrips aurantii, que ha causado estragos a los cultivos. Además de esta nueva amenaza, los agricultores siguen enfrentándose a otras plagas que afectan gravemente al caqui, como el cotonet (Pseudococcus longispinus) y la mosca blanca.

LA UNIÓN ha señalado que las pérdidas económicas son más que significativas, pasando de 13 millones de euros a la campaña 2023-2024 a casi 47 millones previstos para esta campaña. La organización indica que la situación empeorará a medida que avance la temporada, ya que la separación será mayor en el campo, a causa de la selección mayor de la fruta comercial que se lleva a cabo durante la recolección, cosa que aumentará las pérdidas económicas.

A pesar de no tener ninguna responsabilidad directa en la crisis actual, los productores de caqui del País Valencià son los más perjudicados. Según LA UNIÓ, los agricultores se enfrentan a un sobrecoste muy elevado a sus explotaciones a causa de la falta de soluciones eficaces para combatir las plagas. El cultivo del caqui, al ser considerado minoritario, ha sido relegado en cuanto a las prioridades de la reglamentación fitosanitaria. Eso hace que las autorizaciones excepcionales de materias activas eficaces para el control de plagas sean más difíciles de obtener, cosa que agrava todavía más la crisis en el sector.

Soluciones propuestas

Ante esta situación insostenible, LA UNIÓ ha propuesto varias soluciones que consideran fundamentales para revertir la crisis del caqui y evitar que más agricultores abandonen sus cultivos. En primer lugar, la organización solicita la autorización excepcional de materias activas eficaces que permitan el control de las plagas que afectan al caqui. Sin estas herramientas, los campesinos ven cómo su capacidad para proteger sus cultivos se reduce considerablemente.

Otro de las propuestas de LA UNIÓ es el sentido público de parasitoides, como el Anagyrus fusciventris, para el control biológico del cotonet. Esta estrategia ya ha sido sugerida por la organización en marzo de este año, cuando remitió un escrito a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, solicitando la autorización para criar y liberar este parasitoide. Sin embargo, la respuesta del Ministerio ha sido negativa, argumentando que el Anagyrus fusciventris es considerado un organismo exótico y no hay bastantes estudios para demostrar que su liberación no comporta riesgos para la biodiversidad.

Además de estas propuestas, LA UNIÓ ha pedido una reglamentación comercial de cumplimiento obligado a que defina claramente los parámetros que determinan cuándo un caqui es apto para la comercialización. La organización considera que establecer una normativa comercial clara es crucial para que los productores tengan más certeza y control sobre su producto y para evitar pérdidas económicas adicionales.

El futuro del caqui valenciano depende en gran medida de la capacidad de las administraciones para responder a las demandas del sector y proporcionar las herramientas necesarias para combatir las plagas que están devastando las cosechas. Sin una acción rápida y coordinada, el cultivo del caqui podría enfrentarse a un declive irreversible en la Comunidad Valenciana, con consecuencias devastadoras para los campesinos y la economía rural de la región.