El 27 de julio de 2022, el Banco Central Europeo (BCE) subía los tipos de interés en medio punto y ponía fin a seis largos años de precio de dinero gratis, es decir al 0%. Doce meses después, en la eurozona -al igual que lo ocurrido en la mayor parte de países desarrollados- se han sucedido las alzas hasta llegar a niveles del 4%: nunca los bancos centrales habían sido tan agresivos en tan corto espacio de tiempo. ¿Cómo ha repercutido este rally de los tipos en los mercados y en la economía?
La razón esgrimida por el BCE para comenzar esta intensa etapa de subida de tipos ha sido el control de la inflación. Una alarmante subida de los precios que tenía su explicación en la invasión de Rusia a Ucrania en febrero del pasado año y que afectaba principalmente a la energía (gas natural) y a las materias primas. Pero la escalada de los precios se inició con la pandemia del Covid-19 que paralizó los movimientos comerciales y rompió las cadenas de producción: llegó el desabastecimiento en numerosas actividades industriales.
Cambio de tendencia en los precios
Así, hace ahora un año, los precios subían en España al 10,8% y en la eurozona al 8,9%. Con datos del pasado junio, el crecimiento de la inflación se ha moderado hasta el 1,9% de aumento en nuestro país y del 5,5% en los países pertenecientes a la divisa europea, el euro. Al margen de las consideraciones enfrentadas de los economistas, lo cierto es que la subida de tipos ha permitido, de momento, un notable control en el crecimiento de los precios.
Los grandes perjudicados de esta política monetaria restrictiva aplicada por el BCE han sido los endeudados y, sobre todo, los que tenían una hipoteca variable o aquellos que han necesitado pedir dinero estos meses. Han pasado de pagar muy pocos intereses, a ver multiplicada su carga financiera. En julio de 2022, el índice Euríbor -índice interbancario referencia para el cálculo de la hipoteca variable- se situaba en el 0,992% y estos días oscila en torno al 4,13%. Esta fuerte subida ha encarecido la cuota mensual a pagar más de un 50%, dependiendo de importe y plazo. Con datos del Banco de España, el tipo medio hipotecario (cualquier modalidad) que se pagaba en España hace un año era el 1,986%, frente al 4,045% actual.
Endurecimiento del crédito
El encarecimiento del crédito ha venido también acompañado de una mayor exigencia de las entidades financieras para prestar dinero. La razón principal es que tipos más altos implican mayor morosidad, a lo que se suma una desaceleración del crecimiento de las economías que también es achacable a este movimiento monetario.
En estos doce meses los españoles han reducido sus deudas: estar endeudado ya no es el chollo que había supuesto durante más de un lustro. Con las últimas cifras del pasado mes de mayo, las familias tenían deudas hipotecarias por valor de 504.601 millones de euros, que son 13.300 millones menos que en julio de 2022. El crédito hipotecario ha bajado, mientras que el destinado al consumo (viajes, coches, reformas…) ha crecido solo en 900 millones de euros hasta los 96.208 millones que los españoles deben a los bancos.
Si las familias han reducido su endeudamiento, las empresas también se han aplicado el cuento por la carestía de pedir prestado. La deuda de las empresas alcanzó los 1,648 millones de euros en el primer trimestre del año, lo que supone un descenso del 2% respecto a cifras del año anterior.
Sin embargo, el Estado y los organismos públicos han seguido incrementando su deuda que el pasado mayo llegó a máximos de 1,541 billones de euros. Esto supone 85.176 millones más que cuando los tipos aún se mantenían bajos. Y eso pese al incremento de los tipos de la deuda pública que encarecen la financiación. La deuda pública a plazo de 10 años se movía en el 1,9% y actualmente ronda el 3,6%. Del mismo modo, a plazo de un año, las letras públicas en el mercado de negociación rentaban en julio de 2022 el 0,59% y ahora ofrecen tipos del 3,75%. Una carestía que se traslada a las nuevas emisiones de deuda pública y a los vencimientos que se producen de la ya en circulación.
La excepción de la bolsa
Los tipos y la bolsa están directamente relacionados. Tipos altos compiten como inversión con la renta variable y, además, el encarecimiento del crédito (sea bancario o a través de bonos) reduce los beneficios empresariales. Además, los tipos sirven para valorar las acciones con una proyección en el largo plazo.
Un estudio reciente del matemático Juan Ignacio Crespo pone de manifiesto la anomalía que se está produciendo en esta etapa de fuertes subidas de los tipos. Históricamente, para que las bolsas suban, ha sido necesario que los tipos dejasen de crecer. Sin embargo, en este 2023, los mercados de acciones suben alegremente, mientras el BCE ha prometido más alzas con la próxima el 27 de julio en, al menos, 0,25 puntos lo que situaría el nivel en la eurozona en el 4,25%. Igualmente, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) prevé más alzas de tipos en lo que resta de ejercicio, cuando su nivel se encuentra ya en el 5,25%. La cita de la Fed es el próximo miércoles día 26 en la que se espera alza de un cuarto de punto hasta el 5,5%.
En este año, el índice Ibex 35 del mercado español ha subido el 17,7% hasta los 9.519 puntos, desde los 8.124 en los que se movía en julio de 2022. Una situación paradójica que los expertos intentan explicar en que las expectativas de una dura recesión económica en el mundo desarrollado se han disipado y en que los aumentos de los costes financieros aún no han calado en las empresas, vía resultados.