La economía no va tan bien como se esperaba. Sin estar tan afectada como la de China y aun estando mucho mejor que el resto de Europa, como defiende insistentemente la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, la economía española ya ha dado muestras de “debilitamiento” en los meses de verano y el Banco de España espera ahora que la situación empeore en los próximos meses. También prevé que los precios se mantengan altos y que, por tanto, la inflación no esté controlada hasta dentro de dos años. Un escenario que ha llevado al organismo que dirige Pablo Hernández de Cos a tener que revisar a la baja sus proyecciones macroeconómicas.
En concreto, el Banco de España mantiene sin cambios su previsión del PIB para este 2023, el cual sitúa en el 2,3%. Sin embargo, baja cuatro décimas la tasa de crecimiento del 2024, que pasa del 2,2% anunciado en junio al 1,8%. Y también reduce en un 0,1% el PIB de 2025, desde el 2,1% hasta el 2%. Las nuevas proyecciones descansan en un encarecimiento de la energía, un deterioro del contexto exterior y un mayor tensionamiento de las condiciones financieras después de diez subidas de tipos de interés.
A su vez, el supervisor hace ahora cambios sobre las proyecciones de inflación anunciadas en junio. En concreto, revisa al alza (lo sube cuatro décimas) el IPC de este 2023, hasta el 3,6%, y en un 0,7% el de 2024, que sitúa ahora en el 4,3%. De esta manera la inflación no estaría por debajo del 2% (que es el objetivo) hasta 2025. Para el año en curso, la revisión se debe, principalmente, al repunte de los precios del petróleo durante el verano. Por su parte, para 2024, la revisión al alza responde, sobre todo, en el encarecimiento de la energía y en menor medida, en los efectos que sobre la inflación implica extender hasta finales de año la reducción del IVA de los alimentos y la subvención al transporte público.
La economía se debilita
En el informe trimestral y de proyecciones macroeconómicas de la economía española presentado este martes, el Banco de España advierte de que “la economía española ha dado muestras de debilitamiento en los meses de verano”. Así, tras crecer un 0,4% en el segundo trimestre (también “por debajo de lo esperado”), la información más reciente sugiere un avance del PIB en el entorno del 0,3% en el trimestre en curso.
Entre los indicadores que apunta a esta desaceleración de la actividad entre julio y septiembre destacan los de empleo y los de confianza. En particular, los PMI, que han descendido de manera continuada en los últimos meses, tanto en el caso de los servicios como en el de las manufacturas. Asimismo, la Encuesta del Banco de España sobre la Actividad Empresarial (EBAE) apunta a un descenso de la facturación de las empresas españolas en el conjunto del tercer trimestre, y esto también es “coherente” con una moderación en el ritmo de crecimiento del PIB.
En todo caso, señala el informe, el PIB está mostrando un dinamismo comparativamente mayor en España que en otros países del área del euro. Y este comportamiento más favorable se explica, sobre todo, por las diferencias en la composición de la economía. En concreto, por el mayor peso en nuestro país de la hostelería y el turismo, que han seguido experimentando una demanda muy elevada durante el verano. Por otra parte, el peso de China (una economía que está registrando una rápida desaceleración) dentro de los mercados de exportación de España es menor que en el caso del conjunto de la eurozona. Algo que ahora nos favorece.
La inflación vuelve a subir
En los meses de verano, la inflación ha vuelto a repuntar en España. En un contexto en el que la inflación de los alimentos y la de los bienes no energéticos han continuado con su senda de desaceleración, el aumento de la inflación general en julio y agosto (hasta el 2,1% y el 2,4%, respectivamente) en comparación con los meses de primavera, ha reflejado, principalmente, el incremento reciente de los precios de los combustibles y carburantes. De esta manera, la tendencia a la baja de la inflación subyacente “está siendo todavía modesta”.
El Banco de España explica que, en el corto plazo, el IPC general en España vendrá determinado fundamentalmente por el componente energético. El incremento reciente de los precios del petróleo, los efectos de la caída de los precios de los carburantes y combustibles en la parte final de 2022 y la expiración en 2024 de las medidas públicas desplegadas para mitigar las consecuencias de la crisis energética “darán lugar a un repunte de la inflación general hasta mediados del próximo año”.
Los tipos de interés suben por décima vez
Y en este contexto de desaceleración e inflación, las condiciones financieras se han vuelto a endurecer durante los meses de verano, lo que estaría empezando a presionar la economía de los hogares y las empresas. El Banco Central Europeo subió los tipos de interés oficiales por décima vez consecutiva este mes de septiembre, después de hacerlo por última vez en julio, para intentar llevar la inflación hacia el objetivo del 2% a medio plazo.
Pero esta situación afecta particularmente a España por la gran proporción de créditos a tipo variable que se han concedido en el pasado y que se encarecen con cada subida de tipos. “En la economía española ha seguido incrementándose el coste de los saldos vivos de la deuda contraída en el pasado a tipos de interés variable y el coste de refinanciación de los saldos vencidos, lo que estaría presionando crecientemente las rentas de los agentes endeudados”, reconoce el BdE.